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Los jóvenes que desafían la gravedad en Bucaramanga con el ‘Gravity Bike’

El ‘Gravity Bike’ se ha convertido en una polémica práctica por ser el detonante de muertes accidentales de menores de edad. Sin embargo, un grupo de jóvenes apuesta por convertirla en una técnica segura.

Minutos previos al descenso, Juan Pablo Caballero, de 23 años, sabe que es posible que algo se escape de su dominio y termine estrellado en la carretera. Él lo tiene en mente. Es una verdad innegable, pero en su convencimiento se cree capaz de sortear el azar y llegar, nuevamente, de primero a la meta.

No hay una medida de tiempo exacta desde que este joven sube los pies, y su bicicleta se deja llevar por la gravedad. Entre un pulso acelerado y un vacío que llega a ser embriagante, se inclina en busca de aumentar la velocidad. Su bicicleta, previamente adaptada, puede alcanzar más de 90 kilómetros por hora.

Si el camino no ha sido cerrado puede aparecer un carro, una motocicleta, una buseta y hasta un perro. Cualquiera de estos elementos puede darle vuelta a la ecuación y exigirle a Juan Pablo más destreza para evitar caer.

Se aproxima a la meta. Lo consiguió. Los nervios disminuyen, la adrenalina también. Se quita el casco. La carrera terminó.

Juan Pablo llegó a salvo de esta travesía. Sin embargo, no todos los aficionados a esta práctica tienen la misma suerte.

En una carrera distinta, Stiven, un joven de 16 años que pidió cambiar su nombre en esta historia, va al mando de su propia velocidad. El zumbido del aire se detiene en el momento en que pierde el control de su bicicleta y se da de bruces con un camión que le siega la vida.

En medio de la vía a Cúcuta, su cuerpo queda tendido sobre el pavimento. Su cabeza, al descubierto, es la que se lleva la peor parte. No hubo tiempo de nada: su corazón se detuvo. Dos decisiones diferentes han significado un futuro opuesto para ambos en el ‘Gravity Bike’.

Este menor no es el único que ha muerto producto de esta práctica, que sin protección alguna, se convierte en un camino directo hacia la muerte.

En Bucaramanga se han registrado al menos cinco muertes de menores por esta modalidad en los últimos dos años, sin contar con los accidentes que han llevado a estos aficionados a visitar la Unidad de Cuidados Intensivos.

Colgarse al camión: la primera decisión

En la vía que conduce de Bucaramanga a Cúcuta es usual encontrar en el camino grupos de cuatro jóvenes colgando de los vehículos de carga pesada. Entre risas y maniobras cuestionables se esconden de la visibilidad del conductor del camión. Esta práctica es sin duda el primer escalón que dan con firmeza para acercarse al peligro inminente.

Los riesgos de ‘colgarse’ van desde partirse una extremidad hasta perder la vida. Una frenada sin cálculo, la reversa del vehículo, un choque. La posibilidad de un accidente también los acompaña en su travesía a la cuesta.

Para Juan Pablo Caballero, líder de ‘Gravity Bike’ en la ciudad, colgarse de los camiones no es una práctica ligada directamente con el deporte extremo. “Si bien algunos lo usan para llegar a Tona, al aeropuerto, o a las diferentes rutas que hay en la ciudad, lo cierto es que esta también es una decisión que no tiene nada que ver con el deporte. Quienes practicamos también decidimos subir en bus, pagar una carrera y llegar sanos a los sitios donde se llevará a cabo el descenso”, explicó este joven.

Según afirma, quienes más usan esta técnica son menores que van sin ninguna protección, a merced de lo que pueda suceder. “En el Gravity se debe contar con cierta destreza para atreverse a ciertos peligros. Las víctimas fatales no siempre son personas que estén vinculadas con el deporte. A veces son menores de edad, que irresponsablemente, se suman a la práctica”, añadió Caballero.

Aunque aún hay una tendencia por usar los vehículos para llegar a los puntos de partida, este colectivo está en búsqueda de mejorar las condiciones para reducir el riesgo de morir en la subida.

Los ‘gravitosos’ juiciosos

Para al menos 50 jóvenes en Bucaramanga y su área metropolitana, el ‘Gravity Bike’ es un deporte extremo comparable con el Downhill, el BMX, el Skateboarding. Por esto, se han organizado con el fin de subir el ‘estatus’ de esta práctica y también influenciar a otros en el uso de elementos de seguridad que pueden salvarles la vida.

Juan Pablo se ha convertido en el líder de este movimiento de ‘gravitosos’ juiciosos.

“Empecé hace 7 años en este deporte. Venía de practicar BMX, y un día quise incursionar en el ‘Gravity’ cuando conocí a más personas que lo hacían en el norte de Bucaramanga. Esto se convirtió en una pasión que terminó en un grupo de más de 30 aquí, en la ciudad, aunque hay más en los demás municipios”, dijo.

En su labor educativa, este joven empezó a repartir elementos de seguridad a otros. Frenos, cascos, rodilleras, coderas y chalecos. “El trabajo de convencer a otros de usar estos elementos es complejo. Algunos se niegan, pero otros lo ven como una oportunidad para mejorar su desempeño. De todos modos esto también es una competencia”, explicó.

Su compañero de aventuras llamado ‘Deibys’, también se ha sumado a este movimiento de tomar conciencia sobre los riesgos y reducirlos hasta el mínimo posible. Este joven, de 23 años, lleva tres practicando esta disciplina. Ha incorporado los elementos de seguridad y también tiene la buena costumbre de revisar su bicicleta, apodada como ‘morita’, antes de la ruta.

“La bici se revisa, vemos que todo esté funcionando, para tener más tranquilidad para la práctica. Aunque uno debe también tener una seguridad en su mente. No atraer el peligro con los miedos, sino ir confiado de que todo saldrá bien”, agregó.

Estos jóvenes también han personalizado sus bicicletas, de hecho algunas llegan a estar avaluadas en más de un millón de pesos. Estos ‘caballitos de acero’ cuentan con elementos que cortan el viento, que le dan más estabilidad como las barras. Además de adaptarlas al tamaño del deportista.

“También tiene un valor sentimental. Les ponemos nombres, stickers, porque son las que nos acompañan”, explicó ‘Deibys’.

Son una familia

Además de practicar el ‘Gravity’, se reúnen en paseos de río, juegan fútbol, se apoyan entre ellos y organizan eventos para que algunos se beneficien económicamente de su práctica.

“Queremos que las personas entiendan que no todo el que ven en la calle colgado de un camión se toma en serio esta disciplina y que buscamos que algún día sea considerado por los demás como un deporte extremo”, concluyó Juan Pablo.

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