En la madrugada del pasado 14 de mayo, dos motocicletas se estrellaron y uno de los pilotos falleció, el otro quedó gravemente herido.
Según versiones que se investigan por parte de las autoridades, se trataría de personas que estaban haciendo carreras ilegales sobre la carrera 27 con calle 13 de Bucaramanga.
Vanguardia investigó las posibles razones de por qué cada vez son más los reportes de estas peligrosas competencias en transitadas calles de la ciudad.
Los orígenes y la transformación
Hace cerca de 10 años, los ‘piques’ ilegales se desarrollaban en el Anillo Vial de Floridablanca. Allí, en una estación de servicio se daban cita cada miércoles, en su mayoría, autos modificados y motocicletas de alto cilindraje.
La operación se adelantaba de la siguiente manera. Varios carros y motocicletas se ubicaban a lo largo de la vía y bloqueaban el paso de otros automotores. Mientras tanto, los autos o motocicletas en competencia se situaban metros adelante y a la orden de largada por parte de una modelo o uno de los organizadores de los piques estos avanzaban a toda velocidad por cerca de medio kilómetro.
El ganador ganaba dinero producto de las apuestas y el falso título de ser de los más veloces de estas citas. Las competencias podían durar entre 10:00 p.m. y 12 de la media noche y se realizaban de manera escalonada para no despertar sospecha de las autoridades.
Cuando los operativos de la Dirección de Tránsito de Floridablanca y la Policía arreciaron, las competencias se trasladaron a otros sitios.
Fue entonces cuando entre 2016 y 2017 sectores como el Viaducto de La Novena de Bucaramanga, El Tablazo de Betulia y el Guillermo Gómez Ortiz de Zapatoca se convirtieron en pistas de carreras.
Un conductor, que participó en estas competencias, aseguró que “la primera de las razones para hacer ‘piques’ en grandes puentes es porque tienen la medida reglamentaria de 402 metros para poder hacer mediciones de los tiempos que cada vehículo tarda en hacer el recorrido”.
El ‘piloto de piques’ afirmó que “para el caso de los puentes del Tablazo y el de la vía a Zapatoca, los participantes se desplazan desde Bucaramanga porque hay menos posibilidad de poner en riesgo a terceros y porque es más difícil que la Policía llegue allá”.
Sin embargo, los ‘piques’ también se trasladaron a transitadas vías de la ciudad.
Otros días, otras vías
Para el caso del viaducto Alejandro Galvis, en 2017 comenzaron a adelantarse competencias nocturnas entre motocicletas que, a toda velocidad, se colaban entre los demás vehículos y ponían en riesgo sus vidas y las de los demás conductores que allí transitaban.
Por ese año también se iniciaron las caravanas de motos los días jueves. Un numeroso grupo de motorizados arrancó a tomarse las vías principales de Bucaramanga y a generar desorden y caos.
Las carreras ilegales continúan desde entonces y se trasladaron a sectores como Chimitá en donde los miércoles hay ‘piques’ de motos, consumo de drogas, licor y hasta denuncias de prostitución.
Esta escena se repite, a plena luz del día, los fines de semana, en la Zona industrial de Bucaramanga conocida como Provincia de Soto.
En tal sentido, el director de Tránsito de Bucaramanga, Carlos Bueno, afirmó que “informes de inteligencia nos indicaban que todos los jueves, desde la Y del barrio La Feria, se reúnen decenas de motociclistas para iniciar los temidos y piques o las criticadas caravanas locas que generan pánico por las principales calles de la ciudad”.
Bueno Cadena dijo además que “el pasado jueves llegamos también a la glorieta del estadio, en donde decenas de motociclistas estaban listos para iniciar esos recorridos”.
Riesgo para inocentes
Para el concejal de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán, “lo que más preocupa de este fenómeno es que migró hacia la ciudad y pne en alto riesgo a quien realiza el ‘pique’ pero también a peatones y conductores de las zonas en las que se realizan”.
Beltrán Martínez enfatizó en que “estas competencias ya no son sólo carreras de alto riesgo por dinero o probar velocidad. Ahora se apuesta en zonas con intersecciones semaforizadas para probar quién llega vivo al otro lado sin importar lo que se atraviese. Es un intento de homicidio y un delito contra la comunidad”.
Lo que más preocupa al cabildante es el hecho de que las zonas universitarias se volvieron atractivas para estos corredores ilegales, en donde también habitan estudiantes, comerciantes y otros ciudadanos del común.
El concejal propuso que “los operativos deben ser conjuntos entre Tránsito, Policía y Esmad. Deben ser continuos y tener inteligencia para conocer quiénes los organizan y a su vez determinar la legalidad de los vehículos que allí participan. No es un secreto que hay motos hechizas o robadas participando”.