La trágica muerte de Carlos Cardozo Alvis, un mototaxista de 58 años de edad, que laboraba en el municipio de Barbosa, se registró el pasado sábado 29 de abril cuando salió a tomar bebidas embriagantes con un hombre que hasta ese día fue su ‘amigo’ y fue identificado por las autoridades como Damián Rojas Ramos.
La última vez que sus conocidos lo vieron con vida fue a las 11 de la noche en la esquina del parque Emilio Ulloa de esa población al sur de Santander y estaba en compañía de Damián, quien era su amigo y después se convirtió en su presunto asesino.
“Lo vimos que salió con la persona que estaba tomando para llevarlo hasta su casa en una finca. Pero desde ese día era incierto su paradero. Dimos aviso a las autoridades para que lo encontraran, solo apareció su moto”, señaló un allegado de la víctima.
Con carteles era buscado por esta región a la espera que apareciera con vida. La Fiscalía inició las investigaciones y se repartieron los afiches por redes sociales.
Pero la búsqueda terminó cuando Damián Rojas se presentó a las autoridades, en la mañana de viernes, y aseguró que sabía dónde estaba Carlos.
El cuerpo apareció a una orilla del río Suárez, en el sector ‘el puente’ de la vereda el Rincón del municipio de Barbosa. Estaba en alto estado de descomposición. Fue trasladado a Medicina Legal donde, a pesar de que sus características coinciden, se espera la plena confirmación de su identidad.
Pero su desaparición fue un macabro asesinato en el que el licor habría motivado a su agresor a quitarle la vida.
De acuerdo con la versión entregada por las autoridades, cuando salió de la tienda del parque iba en compañía de Damián Rojas que le dijo que lo llevara hasta su casa en la motocicleta, en la vereda El Cable, jurisdicción del municipio de Güepsa.
Cuando llegaron cerca de la vivienda en zona rural, el pasajero le sacó un billete de 10 mil para pagarle. Pero Carlos le dijo que la carrera costaba 20 mil pesos.
Se generó una discusión y el mototaxista le pegó una cachetada al otro sujeto. Esto lo llenó de ira y sacó un cuchillo. Sin pensarlo le propinó tres heridas en el tórax que le causaron la muerte.
Angustiado por hacer desaparecer el cuerpo, el agresor tomó el cadáver, lo metió a un potrero y lo arrojó al río Suárez, aprovechó la oscuridad de la noche para no dejar testigos.
Pero arrepentido por lo sucedido, ocho días después contó la verdad y se esclareció la desaparición de Carlos.
Con el hallazgo del cuerpo, Damián Rojas Ramos ahora afrontará las audiencias por el delito de homicidio.
De la víctima se conoció que prestaba servicio como domiciliario en su moto, vivía solo en una casa en Barbosa y algunos de sus hijos residen en Bogotá.