La desaforada violencia contra la mujer que desde antaño afronta la ciudad (y el país en general) tiene a las autoridades bajo alerta máxima.
Y no es para menos, a diario las residentes de la capital deben enfrentar situaciones de riesgo en su cotidianidad, desde tomar el transporte público, caminar por ciertas zonas solitarias o simplemente por vestirse a su antojo las hacen vulnerables e inseguras; prueba de ello son las alarmantes cifras de abuso, violencia intrafamiliar y feminicidios, entre otras Violencias Basadas en Género (VBG).
Uno de los más recientes casos ocurrió el pasado mes de abril en Bosa. Una mujer de 40 años fue brutalmente atacada a manos de su expareja sentimental, luego de años de maltrato y amenazas de muerte.
Q’HUBO habló con la víctima, quien nos contó el víacrucis que le ha tocado soportar por cuenta de los malos tratos a los que su agresor la ha sometido durante casi la mitad de su vida. La última vez por poco la mata, luego de agredirla con un destornillador. La víctima hoy teme que aquel infame regrese a buscarla para atentar contra su vida.
Esta es una historia sin rostro que simboliza la vergonzosa situación por la que han pasado (y siguen pasando) miles de colombianas.
Años de maltrato…
La pesadilla de agresiones y malos tratos para Andrea (cuyo nombre real omitiremos por petición de la mujer, pues no quiere ser revictimizada) comenzó hace más de 20 años.
“Yo empecé a salir con él cuando tenía 16 años. Desde esa época, cuando éramos novios, él empezó a maltratarme. Me celaba terriblemente, cualquier persona que se me acercara eso era para problemas. Con el tiempo quedé embarazada y tuvimos a nuestro primer hijo, pero las agresiones continuaron”, nos contó Andrea sobre la mañana de ayer, tratando de no quebrantarse para continuar con su relato.
“Una vez me desfiguró la cara porque, según él, yo me había tomado la leche del niño. Esa vez fue tan duro lo que pasó, que me tuve que devolver a vivir con mi madre. Resulta que él llegó hasta esa casa a decirme que si no estaba con él, no estaba con nadie. Él simplemente no podía aceptar que yo ya no estaba dispuesta a aguantarme su violencia. En ese tiempo yo no lo denuncié porque lo quería y porque pensaba ingenuamente que él iba a cambiar”. De eso al día de hoy han pasado 20 años.
En alguna ocasión el sujeto fue capturado por el delito de homicidio, por lo que tuvo que pagar una condena intramural durante 20 años. En ese tiempo ellos perdieron contacto; no obstante, hace año y medio el sujeto salió de prisión y se contactó con su hijo para supuestamente “restablecer la relación”.
Lo último que Andrea y su familia supieron de él es que estaba terminando de purgar su condena con el beneficio de prisión domiciliaria.
Pues bien, el pasado 13 de abril el sujeto llegó hasta la vivienda de Andrea, en el sector de La Esmeralda (Bosa), con la firme intención de hacerle daño.
El hombre esperó ese día desde las 4 de la mañana una oportunidad perfecta: cuando vio que la última persona que salió de la casa dejó la puerta entreabierta, ingresó y le dijo a Andrea que ahora sí iba a cumplir su palabra. “Fue ahí cuando sacó un destornillador, que tenía escondido en una manga, y me lo clavó en la cabeza”, recordó Andrea, quien le pidió ayuda a gritos a su familia, pues se encontraba en el mismo predio. Al verse acorralado, el agresor escapó.
Por suerte, el sujeto fue capturado a las pocas cuadras y tras lo evidente hoy permanece recluido en una URI.
“No entiendo por qué a ese señor le imputaron el delito de violencia intrafamiliar agravada, cuando yo no vivo con él desde hace más de 20 años. ¡Es absurdo! Ese señor me intentó matar, eso se llama intento de feminicidio”, puntualizó la víctima con la voz quebrada por una amalgama de dolor y rabia.
Q’hubo Bogotá