Una convulsionada noche se vivió el domingo en el barrio Convivir de Girón, donde un menor de 17 años murió abatido -al parecer- después de que desenfundara un revólver y disparara contra dos uniformados de la Policía.
Entonces la comunidad entró en furia e intentó una asonada que desató el caos.
En el Callejón de La Loma del barrio quedaron las marcas de los impactos -se presume- de los tiros que habrían hecho el menor y otros dos dos jovencitos, tratando de abrirse paso para ‘zafarse’ de la búsqueda de los patrulleros.
El adolescente y sus ‘parceros’ sólo habrían recorrido 60 pasos con los uniformados detrás.
“El pela’o estaba ahí arriba con otros dos y como que se azaró cuando los policías se fueron hacia ellos para requisarlos, hizo un disparo al aire pa’ perderse y corrió”, dijo una vecina señalando al final del callejón el sitio donde el enfrentamiento terminó con sangre y descontrol.
Había marcas de balas en la madera que sirve de fachada a una vivienda, otra en una caja de luz y metros más adelante, en una puerta verde de metal.
“El muchacho estaba ahí parado al lado del taller y los policías detrás del carro”, contó un testigo.
Pero el menor habría hecho otros disparos y uno de los uniformados en defensa -dijeron- reaccionó con su arma de dotación.
Uno de los proyectiles alcanzó jovencito en el pecho y cayó sobre la vía de tierra.
“¡Ñero, ñero, llame la ambulancia!” gritaba uno de sus parceros mientras los alaridos desgarradores de sus familiares hacían eco en el sector.
Otros se agolparon a reclamarles a los policías. Los empujaron, insultaron y hasta les tumbaron la motocicleta.
Los agentes tuvieron que correr a resguardarse mientras llegaba apoyo.
Cuando acudieron los demás los habría recibido con piedras y objetos contundentes. Enfurecidos, los habitantes alegaban que se trataba de un “ asesinato”.
El adolescente, herido, fue trasladado al Hospital de Girón pero ingresó sin signos vitales.
El CTI y la Personería asumieron el manejo de la situación para tratar de esclarecer los hechos. Las autoridades confirmaron que incautaron un revólver que -se supone- llevaba el menor con 5 de los 6 cartuchos percutidos.
Una mañana aturdida
Algunos vecinos se reunían ayer en las tiendas murmurando sus versiones sobre lo sucedido.
“El muchacho vivía aquí, trabajaba en algunos talleres, sacaba arena o botaba la basura. Unos dicen que no estaba haciendo nada malo, que iban para una fiesta con los amigos pero mire cómo terminó”.
Varios niños que se sabían el ‘cuento’ daban vueltas por la cuadra mostrando los rastros de sangre, hablando de aquella noche azarosa…