Con su mano derecha y un una colilla de cigarrillo, Néstor Jair Muñoz se gana la vida con lo que más le gusta.
Entre el sol y la lluvia, o de acuerdo al clima que haga en el día, el trabajo le es recompensado.
Lo llaman “Jair Cumbias” pues dice que esta música es su otra pasión. Lleva 20 años en este oficio de pintar llantas en la calle y dice que es muy agradecido con los taxistas.
“La cumbia es la música que me gusta desde muy joven. Aquí en la ciudad muchas personas me conocen así. Las bailo, las canto y hasta hacemos presentaciones”.
“Por redes sociales se pueden ver mis videos; pero la vida me la gano haciendo esto, este ‘arte callejero’ que gracias a los conductores me brindan en diario vivir”, dice este hombre, bumangués de
45 años.
Su historia la comenzó vendiendo lujos. Caminaba por las calles con una especie de ‘carrito’ y allí cargaba las plumillas y accesorios para carros.
“Mi hermano Walter trabaja en lujos en el Bulevar Santander y me dijo que me parqueara allá y vendiera la mercancía. Eso hice y me iba bien, pero algo más de allá me llamó la atención y era como se pintaban las llantas; de ahí me nació la idea”, comenta.
Sus inicios en este oficio se trasladaron hasta el aeropuerto Palonegro, donde le aconsejaron ir porque los taxis que se parqueaban eran bastantes y allí se podía ganar unos pesos. Y eso hizo.
“Vivía en el barrio Pablo VI y todos los días me iba en el bus de Lebrija. Allá llegaba”.
“Compré las pinturas y comencé. Era aprendiz en ese entonces y me demoraba casi una hora pintando un vehículo, pero así le fui cogiendo el tiro. Nadie nace aprendido, pero me enrolé y gracias a Dios todo se comenzó a dar”, dice.
Cuenta que pasaron algunas semanas y siempre caminaba desde el barrio hasta la autopista. Pasaba por La Victoria y aquí había una bahía.
“Siempre se parqueaban 15 camionetas de telecargas y un día uno de los dueños se acercó y me dijo que yo que hacía, pero siempre pasaba con un maletín y le conté la historia”.
“Él me dijo que si le pintaba la camioneta y lo hice, y muchos de sus compañeros también se animaron y desde entonces estoy acá”, manifiesta “Jair Cumbias”, que añade que los fines de semana sube al aeropuerto y entre semana se queda en el espacio del barrio La Victoria, junto al parque Recrear.
“Sí, aquí desde hace 20 años en esta labor, me quedé con un hijo, que desde los 5 años me ayuda a pintar y ahora un amigo, José que también es un gran pintor.
Un espacio bendecido.
Aquí llegan muchos carros, sobretodo los taxistas. Comencé con una caja de mandarina y le puse un letrero que decía: Se pintan llantas a $1.000 y comenzamos esta labor y ya son varios años dedicados.
Siempre agradecido con los taxistas, pues el ‘poder amarillo’ es quien le da de comer todos los días.
“Llegan a diario más de 50 amarillos a pintar las llantas y eso son bendiciones de Dios. Le enseñé a mis hijos a pintar, Tengo cuatro y todos saben en este oficio. La técnica es muy sencilla, coger una colilla de cigarrillo y tener buen pulso. Saber el color que se le aplica a las llantas y lo que el cliente le pide.
Amansar la colilla y tener una para cada color”, comenta Jair, quien no fuma y éstas se las rebusca en el sueño como su principal instrumento de trabajo.
Ahora “Jair Cumbias” vive en el barrio Juan XXIII, ya tiene moto gracias a su trabajo, un oficio me también le dio para que sus hijos estudiaran y no les faltara nada. Ahora el sueño es tener su casa, que como dice él ya está ahorrando para conseguirla.