Ayer, durante la audiencia de medida de aseguramiento en contra de John Nelson Poulos, se conocieron más pruebas que dejarían sin escapatoria al norteamericano de 35 años que fue capturado el pasado domingo 22 de enero en Panamá, cuando intentaba escapar hacia Montenegro, un país sin tratados de extradición, con $7.000 dólares en el bolsillo, 15 tarjetas de crédito y un rollo de cinta aislante.
Además de las cámaras de seguridad que muestran desde el momento en que Poulos y Trespalacios se quedan solos en un apartamento al norte de Bogotá —en el que supuestamente se irían a vivir juntos— hasta que un carro con las mismas características del que conducía Poulos se detiene cerca del contenedor de basuras donde fue encontrado el cuerpo de Trespalacios, la Fiscalía y la defensa de la joven colombiana han recopilado pruebas que parecen irrebatibles.
Por un lado, son muchas las fotos y videos que demuestran que la maleta azul en la que fue encontrado el cuerpo de Trespalacios coincide exactamente con la maleta con la que Poulos había llegado a Bogotá un par de días antes: una maleta azul mediana a la que le falta una rueda. Por el otro, se conocieron las fotos de las pertenencias que le fueron incautadas a Poulos al momento de su captura. Allí se encuentra un rollo de cinta aislante color negro, de la marca 3M, que coincidiría con la misma cinta con la que fue sellada la maleta encontrada en el contenedor de basura.
Sin embargo, en redes sociales y en medios de comunicación ha aparecido material que todavía no ha sido desmentido o confirmado por las autoridades y que deja dudas sobre cuál era verdaderamente el tipo de relación que Poulos y Trespalacios sostenían.
Según las declaraciones que Silvana Núñez, una amiga y colega de Trespalacios, le dio a la Policía, Valentina sostenía una relación sentimental con otro hombre en Colombia al mismo tiempo que mantenía una relación a distancia con Poulos. Núñez es tal vez una de las personas que mejor conocía la relación entre Poulos y Trespalacios pues hasta tuvo la oportunidad de convivir con ellos durante cinco días en septiembre del año pasado, cuando John visitó a Valentina por segunda vez (el primer encuentro presencial entre ambos había sido en mayo del año pasado, en México).
Según Núñez, Poulos y Trespalacios se habían conocido por redes sociales y por allí hablaban a diario. Además, contó que él le enviaba dinero semanalmente a Trespalacios y que incluso en una ocasión fue ella (Nuñez) quien recibió mil dólares de parte del gringo. La razón, era que Trespalacios se había ido de viaje a Aruba con un hombre llamado Santiago Luna, quien sería su amante. Para que Poulos no sospechara de la infidelidad, Núñez explica que Trespalacios le dijo que necesitaba mil dólares, pero que se encontraba por fuera de la ciudad por motivos laborales, de manera que debía depositarlos a la cuenta de Núñez y no a la suya, como normalmente lo hacía.
“Él se llama John Poulos, así fue como supe que se llamaba el tipo porque él le iba a realizar una consignación a Valentina desde Estados Unidos por un valor de $1.000 dólares, pero entonces Valentina se había ido para Aruba con Santiago Luna, entonces no sabía cómo hacer para que John no se diera cuenta que ella estaba por allá. Entonces Valentina le dijo que tenía un toque por allá en otro lado lado y fue cuando le dijo que necesitaba el dinero, que entonces que me lo enviara a mí. Ahí fue cuando John, por medio de la casa de cambio Money Gram me envía a mí el dinero”, le dijo Núñez a la Policía cuando le preguntaron por cómo sabía el nombre de la pareja de Trespalacios.
Al parecer, Poulos estaba al tanto de esa infidelidad pues según la madre de Trespalacios, Laura Hidalgo, este le había confesado a finales del año pasado que había contratado a un investigador privado para que la siguiera después de que supo que un hombre “le había tocado la pierna”. Asimismo, ayer, durante la audiencia de medida de aseguramiento —que duró casi 10 horas y continuará hoy—, tanto la Fiscalía y la defensa de Trespalacios expusieron el testimonio de Juan Manuel Montoya, el agente de renta de vehículos que le alquiló el carro a Poulos en el que se movió durante su corta estadía en la capital.
Según Montoya, el día en que Poulos reclamó el carro le mostró una foto de su novia y le dijo “está jugando conmigo”. Esto probaría que el norteamericano ya sabía de la infidelidad de la DJ y que probablemente el asesinato fue premeditado. Esta hipótesis la refuerza el hecho de que, a pesar de que Trespalacios y su familia estaban convencidas de que Poulos vendría a casarse y a vivir con ella, él solo alquiló un Airbnb y un carro durante tres días. Asimismo, el equipaje con el que llegó a El Dorado era bastante liviano.
Santiago Luna, quien tendría una relación sentimental intermitente con Trespalacios desde hacía tres años, le dijo a las autoridades que la última vez que habló con su novia fue el sábado 21 de enero a las 14 horas. “Ahí le reclamé por una fotografía que ella publicó de una cena y le pregunté con quien estaba y me dijo que con un amigo”, aseguró. De igual forma, dijo que había estado con ella en Cartagena durante las primeras semanas del año. Según Luna, él nunca se enteró de la relación que Valentina tenía con Poulos y solo en el último fin de semana, el día en que Poulos llegó a Colombia y Valentina no fue a recibirlo al aeropuerto, tuvo algunas sospechas.
“Solo tuve una sospecha y fue cuando se operó (los senos). Ella me decía que cobraba sus toques a $400.000 en Bogotá y ya cuando salía de Bogotá pues le pagaban más. Ella me dijo que había ahorrado y con eso se había mandado a operar y también que se había comprado un Iphone de esos últimos costosos”, le dijo Luna a la Policía cuando le preguntaron si sabía que Valentina recibía consignaciones de otra persona.
Contrario al testimonio de Luna, en redes sociales ha circulado un supuesto chat entre Trespalacios y su novio colombiano en el cual ella le dice, supuestamente, que ojalá el “gringo” no sospeche de su relación, “porque la gracia es que se case conmigo, me den la visa y luego me divorcio y le saco toda la plata. Si no coopera pues lo traigo a Colombia y con el combo lo secuestramos o algo para sacarle plata a la familia”, se lee en una imagen que todavía no ha sido ni confirmada ni desmentida por las autoridades o las víctimas.
En otro chat, en el que Valentina estaría hablando con alguna amiga, se lee que esta le dice: “Este se quiere casar jajajaj”, “Estaba un poco aburrido porque yo no le doy besos ni nada, y me dijo como ya sé que no te atraigo, no tienes que fingir”, refiriéndose a Poulos.
Pero la fidelidad de John Nelson a Trespalacios también ha estado en entredicho. Esta semana se conoció el testimonio de una webcammer colombiana quien reveló que Poulos era un frecuente consumidor de su contenido erótico en Onlyfans. “El tipo era muy consumidor de páginas de contenido para adulto, entraba y pagaba minuto a minuto por casi 5 o 6 horas, él es muy fantasioso, siempre estaba contando historias, pero el tipo de verdad se porta como un caballero a ratos, es muy extraño”, le dijo a El Tiempo.
Agregó, además, que en una de esas conversaciones virtuales, John le preguntó que si en el hipotético caso en que se encontraran en un bar ella lo saludaría o no. Ella respondió que no, a lo que Poulos le contestó: “Razón suficiente para que alguno de los dos muera, yo de celos quizá”.
Estos mensajes que se han regado en las redes sociales, los testimonios y las pruebas que ponen la lupa sobre el tipo de relación que sostenían Poulos y Trespalacios han dado pie para que en la conversación pública surjan preguntas sobre si de alguna manera esto habría motivado el delito cometido por Poulos bajo el argumento de la ira y el intenso dolor que este pudo sentir al saberse engañado.
Sobre esto, El Colombiano consultó con abogadas penalistas expertas en casos de violencia contra las mujeres quienes coincidieron en que es común que en casos de feminicidio o de otras expresiones de violencia de género se señale a las víctimas de provocar la agresión por la forma en la que estaban vestidas, por estar consumiendo sustancias psicoactivas o por la manera en la que viven su sexualidad.
En cuanto a si esa información sobre la presunta infidelidad tiene implicaciones legales que podrían significar en una rebaja de pena para el feminicida, la abogada María Helena Luna Hernández sostiene que “esos datos hacen parte del contexto, que, contrario a justificar al agresor, evidencian la relación asimétrica de poder entre ambos”. Él la trataba y veía como objeto, por eso dispuso de su vida cuando consideró que se escapaba de su propiedad”.
Otra experta consultada, que prefirió no revelar su identidad, explicó que recurrir al argumento de la ira y el intenso dolor para obtener una rebaja de la pena de la víctima es una jugada “torpe”, pues de acuerdo a la redacción del delito de feminicidio y a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, ni una infidelidad, ni un aprovechamiento económico configura una circunstancia de ira o intenso dolor, sino que por el contrario, es la evidencia de un motivo de discriminación hacia la mujer por cuestión de su género, que es precisamente lo que corresponde a un feminicidio, cuando esta discriminación conduce al asesinato.
De hecho, hace apenas una semana la Corte Constitucional estudió un caso en el que una mujer publicó fotos íntimas de su expareja y su amante, y determinó que los celos o la ira por una infidelidad no eran ni siquiera una justificación para divulgar fotos íntimas de las personas, mucho menos para asesinarlas.