Paola Montoya es una de esas mujeres sumamente cuidadosas con la presentación personal. Cabello alisado, maquillaje sutil, uñas decoradas, muy perfumada y de sonrisa tan cálida, que hace sentir a las personas familiarizadas de primerazo o, por lo menos, eso sintió el equipo de Q’HUBO que la visitó en su apartamento de Medellín para conocer su historia.
Esta modelo, abogada y especialista en responsabilidad civil, nos recibió como habitualmente se viste, con un ajustado top negro y una faldashort que permitía ver la prótesis de su pierna derecha que, al igual que ella, tiene mucho estilo.
Pero llegar a la versión de Paola Montoya que hoy conocemos, que es la de una luchadora, no sucedió de la noche a la mañana.
En su biografía se puede decir que hay un antes y un después del 2017, cuando ella tenía 21 años y se la guerreaba en busca de mejores oportunidades de vida.
La hoy modelo de 26 años es oriunda de Santa Bárbara, Antioquia, y cuando tenía 17 años llegó a esta ciudad a estudiar una técnica en el Sena.
Como a muchos, le tocó estudiar y trabajar al mismo tiempo y así llegó a la Universidad de Medellín a hacer la carrera de derecho. Su vida era muy tranquila hasta que, literal, una tractomula se atravesó en su camino.
El accidente que le costó su pierna
“Yo tenía una moto de alto cilindraje. Siempre me ha gustado la adrenalina. Tenía una Duke 390 y me accidenté con mi hermano”. Así empezó su relato y con un suspiro hizo un énfasis: “Gracias a Dios a él no le pasó nada”. Siguió relatando:
“El accidente fue con una tractomula, me pasó por todo el pie. Inicialmente no quedé sin la pierna, pero quedó muy mal, destrozada de la rodilla para abajo. Eso fue en Caldas”.
Así nos resumió Paola el episodio más traumático que ha enfrentado en la vida. Lo que siguió no fue menos impactante, inicialmente los médicos trataron de salvarle la pierna, le hicieron 17 cirugías y estuvo 3 meses hospitalizada. Pese a esos esfuerzos, un día despertó de una anestesia y vio que su pierna derecha no estaba:
“En una de las cirugías más importantes, en la que se reconstruían las arterias para permitir el flujo sanguíneo, ¡me fui! Me dio un paro cardiorrespiratorio y la decisión fue de mis papás… Los médicos dijeron, necesitamos que nos den la autorización, ¿seguimos con la cirugía o le salvamos de una vez la vida cortándole la pierna?”, nos narró con un tono de voz muy tranquilo. Su padre, que es un señor de casi 80 años y su mamá, de más de 60, dijeron: “¡Córtesela!”. Paola Montoya hoy en día es de esas personas positivas que le gusta motivar a los demás, pero no titubeó al aceptar que no siempre fue así y claro que reviró : “Fue un choque muy duro, yo decía, ¿qué pasó con mi pierna?”.
Así asimiló su nueva realidad
Paola no lo niega, sentía que sin una pierna se acababa la vida y como si todo se tratara de un dominó, tras la primera ficha empezaron a caer otras…
“Uno como mujer se acompleja mucho. Yo tenía una pareja que me dijo: ‘Vea, ¿sabe qué? Yo no soy capaz con esto’ Y se fue. Mi perro se enfermó, yo estando en la clínica, le dio un infarto y se murió. ¡Ese año me pasó de todo”, dijo. Una vez la dieron de alta, pasó 6 meses tratando de asimilar su nueva realidad. Como es apenas humano, lloraba mucho y no salía de su casa, pero la decisión de pararse de la cama llegó, según ella, gracias a Dios, al apoyo familiar y al hecho de ser una persona hiperactiva.
“Yo dije, ¿qué es lo más malo que me puede pasar? ¿Qué me caiga? Yo me vivo cayendo todo el tiempo, porque se complica el equilibrio, pero supe que todo en la vida es una decisión y decidí hacer lo mejor que podía, con lo que tenía”, contó y detalló que decidió retomar la universidad, pese a que en ese entonces no tenía prótesis. Y como la ignorancia es atrevida, allá tuvo que fortalecer su carácter para situaciones que ha venido asimilando hace 6 años. En el campus debía subir 4 pisos en muletas. En una de esas subidas “una chica se quedó mirando y dijo: ‘¿A ella no le da pena venir así a la universidad? Yo escuché eso y me llené de mucha rabia. Le respondí: ‘Pena debería darte a ti pensar que yo me debo avergonzar por intentar luchar por mi vida y por mi sueño, pena debería darte tu mentalidad’”, nos contó y aunque esa persona le pidió disculpas, ella todavía rememora esa situación con un aire de molestia.
¡Las prótesis son muy costosas!
Hace 4 años Paola pudo acceder a su prótesis, que por cierto es personalizada y alumbra en la noche y en el sol. Pero adaptarse a ella fue otra de las dificultades que enfrentó, porque al principio le dolió mucho y fue muy costosa. La de ella, que no se puede mojar, tiene 4 partes, resiste un peso de 80 kilos y cuesta 80 millones de pesos…
“Y eso que es nivel medio, porque la que quiero vale 350 millones. Lo que vale un apartamento o un super carro”, nos dijo en medio de risa nerviosa.
Esa prótesis se ha convertido en su fiel compañera y en la principal ayuda para retomar el ejercicio. Antes del accidente, Paola patinaba y tardó dos años en poder regresar a hacer actividad física, pero en un gimnasio convencional, donde hasta los hombres se quedan achantados cuando ella les gana haciendo sentadillas con un peso de más de 50 kilos. Para Paola, hacer ejercicio es lo más importante del día y le dedica tres horas y media al gym. Y ojo, no solo por verse tonificada, sino también porque debe trabajar mucho en su equilibrio y en fortalecer la pierna izquierda, que es con la que hace todo.
Tener una historia de vida tan inspiradora y esa belleza innegable, la impulsó en el mundo de las redes sociales. Empezó como influenciadora y hoy en día la siguen más de 3 millones de personas en TikTok, también es modelo porque aprendió a lucir su diferencia con mucha feminidad y no en vano es la imagen de una marca de lencería y el cantante Nanpa Básico la invitó a protagonizar uno de sus videos musicales. Tener ese alcance mediático no ha sido en vano.
Ella utiliza su influencia para ayudar a otras personas con su agencia digital, en la que pueden trabajar personas con discapacidad. Ella, por ejemplo, puede ganar hasta 5 millones de pesos haciendo una transmisión en vivo sobre temas relacionados al fitness en TikTok. Otra forma en la que impacta, es ayudando a mujeres con discapacidad que le hacen todo tipo de preguntas: “Hay chicas que me piden consejos sexuales, Pao qué pasa si hago esto o cómo hago eso. Yo les digo todo lo que hay que hacer, todo lo que sé, porque yo no tuve un punto referencia, a mí me tocó aprender a hacer todo solita”, dijo.
Finalmente, esta modelo y abogada nos dejó claro que para ella los límites son solo mentales. Tanto así, que el año pasado se tiró de parapente y ahora anhela comprarse una moto eléctrica porque no les tiene miedo.