La historia de Silvia Colmenares y la Fundación Héroes y Valientes comienza con el nacimiento prematuro de su hija Isabella, quien llegó al mundo con siete meses, hace 15 años. Luego de acompañar a su hija recién nacida en una Unidad de Cuidados Intensivos Pediátrica durante 23 días, y ocho más en habitación, su vida cambió por completo.
“Encontré a varias personas. Mamás que no tenían para darles a sus hijitos los pañitos, la cremita, los pañales”, recuerda Silvia al encontrarse a madres de familia con realidades diferentes que le hicieron pensar que ella tenía un propósito para ayudar a los demás en realidades tan complejas. Tiempo después, Silvia fue a una novena navideña organizada para niños con cáncer en la Clínica San Luis. “Ese día para mí es un antes y un después. Vi niños conectados a máquinas, calvitos, sin camisa, en unas condiciones muy difíciles, pero los vi siempre sonreír”.
Fue ahí donde su apoyo como voluntaria a los más pequeños que padecen esta enfermedad, se fortaleció y se acercó mucho a un niño que lo consideró como su hijo mientras él luchaba contra el cáncer, quien al poco tiempo falleció. “En honor a él creé la Fundación Héroes y Valientes”, cuenta la fundadora que lleva el nombre en alto de su fundación hace ocho años y quien permite que este espacio sea una ayuda para las madres de familia que dejan toda su vida a un lado para acompañar a sus hijos en la batalla contra el cáncer. “Las capacitamos en manualidades, en manejo de redes sociales para que puedan vender, les hacemos acompañamiento en ferias”, resalta Silvia Colmenares, quien también cuenta que esta es la única fundación que le brinda un acompañamiento cercano a las madres de familia.
El primer albergue del departamento
“Creamos el primer y único albergue que hay en Santander de niños con cáncer. Hay una necesidad muy grande de tener a los niños en un lugar exclusivo para ellos, que no compartan con adultos de otras patologías”, cuenta la fundadora, quien considera que es necesario un espacio en el que puedan ser niños en medio de la enfermedad.
Silvia se levanta todos los días con la esperanza y satisfacción de ayudar a los demás, de cambiar las vidas y que entiendan que a pesar de un diagnóstico delicado, hay la posibilidad de vivir.