La mitad de su existencia la ha pasado en los trapiches de Mogotes, desempeñando el oficio artesanal que aprendió de su padre; pero ni el más diestro no está exento de sufrir un accidente.
El lunes festivo, Róbinson recién iniciaba su jornada en una finca en la Vereda Palmira. Estaba metiendo la brazada de caña al molino pero, al parecer, el guante se le enredó en alguno de los rodillos y le succionó la mano izquierda.
Sus gritos de dolor alertaron a los demás obreros que con cautela lograron rescatarlo de las ‘garras’ de acero de la máquina.
Reportaron la emergencia a las autoridades quienes luego lo trasladaron al Hospital San Pedro Claver pero debido a la gravedad de la lesión -que le comprometía los huesos, músculos y tendones- fue remitido a la clínica Foscal en Bucaramanga.
Su mano no tuvo salvación, tuvieron que amputársela. El agricultor se recupera de la dolorosa cirugía, pero el pasmo de saber que difícilmente podrá volver a trabajar en la molienda lo tiene en el desconsuelo.
Con su trabajo como prensador sostenía a su esposa y tres hijos.
Los mogotanos lamentan la tragedia que se repite luego de que hace dos semanas, otro trapichero sufriera el mismo accidente en la Vereda Arenal.
Le expresan su apoyo a Robinson quien es conocido y querido por la trayectoria de su familia en la producción panelera del municipio.
expresó una ciudadana.
“Dios cuide de Róbinson y todos los hombres y mujeres que se esfuerzan por entregarnos la mejor panela”,
Piden que los propietarios de los trapiches mejoren las condiciones de seguridad y laborales.
dijo Gildardo Pinzón, un oibano que fue productor.
“Las labores en un trapiche son muy pesadas. Son ocho días seguidos de producción donde se trabajan 16 horas diarias. Muchos obreros salen de un trapiche y se van para otro, duermen poco, a veces se hidratan mal”,