Daniel Mauricio Vega Rangel cumplió 20 años el mismo día de su última clase de primer semestre del Programa Profesional en Cultura Física y Deporte de las Unidades Tecnológicas de Santander. Aquel 25 de noviembre de 2024, sus compañeros se reunieron en una fotografía para celebrar al amigo que la vida les había dado el placer de conocer.
Este joven universitario supo ganarse el corazón de sus profesores, que lo admiraban por su talento, y de sus compañeros, que elogiaban su alegría y amabilidad. Por eso la noticia de su muerte en un accidente de tránsito no solo los tomó por sorpresa, sino que los conmovió.
“Daniel fue un estudiante muy aplicado. Un joven muy amable. Aunque no era extrovertido, había hecho buenas amistades. Siempre recordaré el día de su cumpleaños porque coincidió con el de nuestra última clase y ambas fueron motivos de celebración”, contó uno de sus profesores universitarios.
Compró su motocicleta para movilizarse a la universidad
El joven siempre le aclaró a sus amigos que la motocicleta solo tenía como fin el transporte hacia la universidad en la que estudiaba. No era un aficionado a estos vehículos. Solo sentía que acortaba el camino desde Piedecuesta, el municipio en el que vivía, hasta las instalaciones de las Unidades Tecnológicas de Santander.
“Era un joven muy cuidadoso. Algo extraño tuvo que ocurrir. La vida es muy injusta”, aseveró uno de sus allegados.
Aunque Daniel Vega nació en Bogotá, en Bucaramanga y los demás municipios aledaños había ganado amigos, además de ser la región idónea para querer construir su carrera profesional.
Así fue el accidente en el que Daniel Mauricio Vega Rangel murió
Quizá la falta de pericia al conducir su motocicleta, justo en la curva del puente de la carrera 27 con diagonal 15 en Bucaramanga, provocó que Daniel Mauricio Vega Rangel, de 20 años, cayera al vacío.
De su oído salió un delgado hilo de sangre. Su cara oculta en la hierba del separador mantenía en secreto los múltiples golpes que había sufrido. A simple vista, los curiosos y agentes de tránsito no se dieron cuenta de que en su pecho, justo en la región mamaria, tenía una herida abierta; la misma que le segó, de inmediato, la vida.
Su motocicleta, de placas TUR42G, quedó en el carril izquierdo, sentido sur-norte, a centímetros de los bolardos del carril exclusivo del Sistema Integrado de Transporte, Metrolínea. El impacto del golpe le destruyó los manubrios, el chasis, el tanque del combustible y el asiento. El vehículo quedó irreconocible.
Quienes lo vieron caer le contaron a las autoridades de tránsito que el siniestro ocurrió sobre la 1:00 de la mañana del jueves 12 de diciembre, una hora después de la restricción de movilidad para los motociclistas.
Además, según testigos, el joven, de tan solo 20 años, conducía a gran velocidad, lo que le impidió mantener el control de su vehículo.
“El muchacho iba rapidísimo por toda la carrera 27, la curva le ganó y pasó derecho”, le relató uno de los presentes a los agentes que atendieron el accidente.