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Motociclista sangileño perdió la vida luego de sufrir accidente en Puerto Wilches

Eduardo Vargas Martínez de 62 años era oriundo de San Gil, Santander pero hacía muchos años se había radicado en Puerto Wilches. Siempre manejó motos de alto cilindraje pero sufrió un grave accidente que le causó la muerte mientras recibía atención médica en el Hospital Universitario de Bucaramanga.

Si había algo de lo que se ufanaba Eduardo Vargas Martínez, era de su buena salud, pero además de conservar la destreza que adquirió en sus años de juventud para manejar motocicletas de alto cilindraje. Era una pasión que siempre destacó y que sus hijos también heredaron.

Era de San Gil, Santander, pero hacía muchos años se había radicado en Puerto Wilches. No se negaba a hacer un favor, por eso lo estimaban tanto en el pueblo.

Pero el jueves, cuando llevaba a una allegada a su vivienda, sufrió un grave accidente que lo mantuvo dos días debatiéndose entre la vida y la muerte en el Hospital Universitario de Santander, HUS, de Bucaramanga.

¿Qué ocurrió?

Eduardo departía con varios amigos y conocidos en un establecimiento. Hacia las 10:00 de la noche cuando se disponía a regresar a su casa, una joven le pidió que la acercara a un caserío afuera de Puerto Wilches.

Cuando casi llegaban, chocaron en su motocicleta de placa PYN82F, contra un Renault de placas ICK-887.

Eduardo quedó inmóvil en el asfalto y la patrullera sufrió algunas lesiones, pero estaba consciente.

Los trasladaron al Hospital de Puerto Wilches pero el estado de salud de Vargas era crítico y tuvieron que remitirlo a Bucaramanga.

Se fracturó la pierna derecha, sufrió un trauma craneoencefálico severo y sus pulmones se llenaron de sangre.

Por más esfuerzo que hicieron los galenos para que sobreviviera a los traumas, no resistió y falleció el sábado hacia las 11:50 de la noche.

El dolor por su trágica partida tiene sumidos en el desconsuelo a sus cinco hijos. Aunque no lo veían mucho, pues algunos viven en Barrancabermeja y otros en Cartagena, en las fechas especiales siempre se reunían.

“Era un poco cascarrabias pero muy linda persona. Amaba compartir con sus nietos, se la pasaba yendo en moto a Barranca para visitarlos”, contó Nancy Vargas, una de sus hijas mayores. Pues sobre esa pasión, se fue.

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