La vía que de Bucaramanga conduce al municipio de Matanza, Santander, ha sido el escenario de dolorosas tragedias viales que durante los últimos dos meses han cobrado la vida de seis personas.
Las imprudencias viales de conductores, así como el grave estado de la carretera, la falta de señalización e iluminación, entre otros factores, han hecho que este corredor se haya convertido en un punto crítico de accidentalidad en el departamento.
La racha negativa inició el pasado 11 de marzo, cuando Alba Carolina Sánchez Niño murió luego de que el vehículo en el que se movilizaba como pasajera se salió de la vía en el kilómetro 8 y cayó al río Suratá. Su cuerpo fue rescatado horas después por los organismos de socorro. El compañero sentimental de la víctima sobrevivió.
El 27 de marzo, en el kilómetro 20, Wilson Caicedo perdió el control de su vehículo Renault 9, se salió de la vía, cayó al río Suratá y murió. El mal estado de la carretera habría incidido en el hecho.
El 23 de abril hubo dos tragedias. En horas de la madrugada, por un aparente exceso de velocidad, Karen Juliana Portilla perdió el control de su motocicleta Yamaha FZ y sufrió un accidente en el kilómetro 6. Ella murió de forma inmediata.
En horas de la tarde del mismo día, Luis Alfredo Rojas Solano, de 29 años, perdió la vida cuando la motocicleta en la que iba como parrillero chocó contra otra moto y un bus en el sector conocido como La Playa.
El 29 de abril, Yoan Maldonado, de 18 años, murió cuando se desplazaba como parrillero en una motocicleta conducida por un menor de 17 años. Chocaron con unas piedras en el kilómetro 12.
Finalmente, el pasado lunes 15 de mayo, un menor de 16 años murió tras colisionar en el kilómetro 3 con una turbo en el momento en que conducía una moto. La víctima era un estudiante de la Institución Educativa Rural Bosconia y se dirigía a su vivienda en la vereda Bolarquí del corregimiento 2 de Bucaramanga.
