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Seres queridos de empresario secuestrado en zona rural de Cúcuta claman por su liberación

Hombres armados le bloquearon el paso atravesándole una volqueta. El impacto fue inevitable.

Han pasado tres días de angustia desde que Manuel Alejandro Porras, de 43 años, fue secuestrado en la vía que de Cúcuta conduce al corregimiento de San Faustino.
Hoy, sus familiares, amigos y quienes lo conocen, se aferran con todas sus fuerzas a la fe y a la esperanza, soñando con el momento en que Manuel regrese sano y salvo a su hogar.
Entre lágrimas y oraciones, solo desean que este tormento termine pronto y puedan abrazarlo de nuevo.

La pesadilla comenzó el primero de diciembre, una fecha que marcará para siempre a la familia Porras.

Lo que ya era un momento difícil, por la preocupación que sentían por el delicado estado de salud de una de sus hermanas, se convirtió en un golpe devastador con la noticia del secuestro.

Una llamada telefónica rompió el silencio de ese día para informarles lo inimaginable: mientras Manuel se desplazaba en su camioneta por la vereda Santa Ceciliahombres armados le bloquearon el paso atravesándole una volqueta. El impacto fue inevitable.

Al intentar escapar, los secuestradores dispararon con sus fusiles a las llantas de su vehículo, deteniendo su marcha y llevándoselo a la fuerza rumbo a territorio venezolano.

Apasionado por el carbón

La noticia fue un golpe incomprensible para quienes lo aman. “¿Por qué alguien querría hacerle daño a un hombre tan bondadoso, trabajador y siempre dispuesto a ayudar?”, se preguntaban.
Manuel, nacido en Cúcuta, pero criado en el corregimiento de San Faustino, es un ejemplo de esfuerzo y dedicación.

Hace 25 años empezó en el mundo del carbón como minero, pero con visión y trabajo arduo fundó su propia empresa, Coquenor S.A.S.

Lo que comenzó con una sola volqueta y dos colaboradores creció hasta convertirse en un sustento para 50 familias.

«Esas familias dependen de él, y están muy preocupadas. Algunos han pensado incluso en cruzar a Venezuela para hablar por él, porque Manuel es una persona extraordinaria, alguien que siempre da más de lo que tiene», compartió un allegado.

Manuel es el penúltimo de siete hermanos y padre de dos hijos: una adolescente de 15 años, a quien recientemente le celebró su cumpleaños, y un pequeño de 5 que vive con una condición del espectro autista.

«Los niños han sido los más afectados por esta situación, sobre todo el más pequeño», añadió.
Para esta época del año, Manuel solía repartir sonrisas entre los niños de San Faustino y de las veredas Santa Cecilia y Paso de los Ríos, comprando regalos en cantidad para quienes más lo necesitaban.

Con la voz quebrada, su familia y allegados piden con respeto y humanidad una señal de vida. «Han sido días terribles. No saber cómo lo están tratando, si comió, si está bien, es una incertidumbre que nos está consumiendo», concluyó.

Contrario a un posible tema relacionado con narcotráfico, como se había especulado, sus allegados aseguraron que es una persona ejemplar y su vida la ha dedicado a trabajar por sus sueños.

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