La consternación y el dolor que embargaron a los familiares de Daniela Estefanía Saa López tras conocer su asesinato, el pasado 30 de agosto en la avenida 21A entre calles 12 y 13 del barrio Cundinamarca, se intensificaron al descubrir el motivo detrás del crimen.
Todo comenzó cuando se difundió un video captado por cámaras de seguridad que mostraba cómo un hombre, a bordo de una motocicleta, alcanzó a la víctima y le disparó por la espalda utilizando un arma con silenciador.
Este material llevó a las autoridades a iniciar una investigación para determinar quiénes podrían estar involucrados, ya que nadie comprendía por qué alguien acabaría con la vida de una mujer humilde y trabajadora.
Al día siguiente, mientras las indagaciones continuaban, se registró otro ataque a bala en el mismo barrio, a pocas cuadras del lugar del primer crimen.
Esta vez, la víctima fue Luisa Fernanda Camacho Pacheco, quien se encontraba en su droguería, ubicada en la calle 10 entre avenidas 18 y 19.
Un hombre ingresó al establecimiento fingiendo ser un cliente y, minutos después, le disparó con un arma equipada con silenciador, dejándola gravemente herida.
Las similitudes entre ambos ataques comenzaron a salir a la luz cuando el video de las cámaras de seguridad fue compartido en redes sociales, lo que permitió a los investigadores encontrar una posible conexión entre los casos.
Aunque inicialmente se desconocían las razones de los ataques, las pistas empezaron a revelar que las dos víctimas tenían algo en común: una amistad de tiempo atrás y la asistencia al mismo gimnasio.
Estos hallazgos dieron un giro importante a la investigación, acercando a las autoridades a esclarecer los motivos detrás de estos hechos violentos.
Una oficina de cobro
¿Quién quería asesinar a las dos mujeres? Esa era la pregunta que los investigadores de la Policía Metropolitana de Cúcuta intentaron responder durante el mes de septiembre, mientras llevaban a cabo la operación Hades, un operativo diseñado para darle un duro golpe a la estructura criminal liderada por Ever Carreño Corredor, alias Porras.
En el marco de la investigación, las autoridades realizaron diversas actividades judiciales, incluyendo la interceptación de comunicaciones telefónicas, que resultó fundamental para esclarecer los hechos.
Según una fuente judicial, todo se gestó a través de una oficina de cobro, es decir, el sicario fue contratado para ejecutar un asesinato.
“La orden fue dada por alias Yeyo, quien está recluido en la cárcel La Dorada, y fue recibida por Karen, alias La Machito, quien fungía como la coordinadora de sicarios. Ella marcó a la víctima y dio las instrucciones a alias Tony”, explicó la fuente.
Además, reveló que, días antes de los ataques, las dos mujeres habían sido seguidas de cerca por los criminales, quienes incluso las observaron mientras compartían un nevado. Cada uno de sus pasos fue monitoreado para planificar el ataque con precisión.
El día del crimen
Como cada día, Daniela Saa salió de su casa el 30 de agosto para dirigirse a su trabajo en una reconocida panadería de Cúcuta.
Ese viernes, antes de iniciar su jornada, decidió hacer una diligencia en el corresponsal bancario de la droguería de su amiga, Luisa Camacho.
Tras completar el trámite y compartir una breve conversación, Daniela se despidió y continuó su camino hacia el trabajo.
Vestida con ropa deportiva, adecuada para sus labores como operaria de planta, Daniela emprendió su ruta sin imaginar lo que sucedería.
En el trayecto, un hombre a bordo de una motocicleta la interceptó y le disparó, acabando con su vida.
Sin embargo, en las interceptaciones telefónicas realizadas por las autoridades, se reveló un detalle escalofriante: Daniela no era el objetivo.
Según las investigaciones, el ataque estaba dirigido a su amiga, Luisa Camacho. La confusión entre ambas mujeres llevó al sicario a cometer un error fatal.
Por esta razón, al día siguiente, el hombre regresó a la droguería con la intención de cumplir con el ‘encargo’, pero, afortunadamente, Luisa logró sobrevivir al ataque.
Entre las grabaciones interceptadas, se escuchaban frases que evidenciaban la premeditación del crimen y la frialdad de los ejecutores: “¿Si le dio a la que era?”, “Maté a una muchacha y le pegué cinco tiros con silenciador”, “Me tocó ir a trabajar al mismo lado”, “¿Ya se murió?” y “No se ha muerto, está en UCI”.
Estas y otras pruebas recopiladas permitieron a las autoridades llevar a cabo la operación Hades, que culminó con la captura de 21 personas, incluidos dos policías, todos acusados de diversos delitos. Este operativo no solo esclareció la muerte de Daniela Estefanía Saa López, sino también permitió resolver al menos 80 homicidios relacionados con esta estructura criminal.
Las hipótesis
Tras el asesinato de Daniela Saa López, varias hipótesis surgieron en torno a los posibles motivos del crimen.
Entre ellas, se barajaron un posible crimen pasional, extorsión o un acto de delincuencia común.
Sin embargo, de manera extraoficial, se conoció que la primera hipótesis cobró mayor fuerza en el proceso judicial.
A pesar de que las investigaciones aún buscan esclarecer quién fue el autor intelectual del ataque, las autoridades ya lograron capturar a los responsables materiales del homicidio, quienes ahora se encuentran tras las rejas, enfrentando los cargos correspondientes.