Un impresionante operativo liderado por la Policía Metropolitana de Bogotá permitió desmantelar importantes estructuras del Tren de Aragua, una peligrosa banda criminal que operaba en la capital.
Esta organización se dedicaba a la fabricación y distribución de Tusi, una droga alucinógena altamente adictiva que mezclaban con productos de uso veterinario, como ketamina, para potenciar sus efectos.
La droga era distribuida en fiestas electrónicas organizadas por el mismo Tren en el sur de Bogotá, donde los asistentes, muchos de ellos jóvenes y menores de edad, eran convertidos en adictos sin siquiera saber que compartían espacio con miembros de esta temible banda.
La investigación, que involucró infiltrados del Gaula de la Policía, dejó al descubierto cómo esta organización lograba recaudar entre 50 y 100 millones de pesos en una sola noche, vendiendo entre 300 y 400 papeletas de Tusi, a un precio de 50.000 pesos cada una. Las ventas se realizaban en rumbas electrónicas convocadas a través de redes sociales por los llamados ‘DJs del Tren de Aragua’, y tenían lugar en por lo menos ocho bares de Bogotá, algunos de los cuales eran alquilados específicamente para estos eventos.
Las autoridades revelaron que muchos de los asistentes a estas fiestas eran menores de edad que, sin saberlo, caían en las garras del Tren de Aragua. Las fiestas se llevaban a cabo en diferentes puntos de la ciudad, como Kennedy, Bosa y Llano Grande, y podían durar hasta dos días.
En estos eventos, los organizadores regalaban la droga a los jóvenes para volverlos adictos, y luego los reclutaban como expendedores. Además, las fiestas servían como un espacio para que los líderes de la banda coordinaran la distribución del dinero y del personal.
El operativo también permitió descubrir que los líderes del Tren de Aragua utilizaban fachadas como clubes, sindicatos y cooperativas para realizar sus reuniones, dificultando la intervención de las autoridades, de acuerdo al informe de noticias Caracol.
Según Andrés Nieto, director del Observatorio de Seguridad de la Universidad Central, estos lugares estaban protegidos por la Constitución, que prohíbe la intervención de la policía en reuniones sindicales. Sin embargo, investigaciones posteriores revelaron que en estos espacios se llevaban a cabo actividades ilícitas como la venta de droga y la explotación sexual.
La doctora Diana Pava, magíster en toxicología, explicó que el Tusi distribuido por el Tren de Aragua contenía una mezcla peligrosa de ketamina, benzodiacepinas y colorantes, lo que lo convierte en una bomba química fatal para quienes lo consumen. Además, una de las formas más comunes de distribuir la droga era a través de dulces y bebidas como Bon Bon Bum y Gatorade, haciendo aún más difícil su detección.