Una tragedia envuelve el desenlace de un crimen cometido en plena luz del día en el cementerio Calancala de Barranquilla, donde Rosa Delia Chamorro Terán, la joven acusada de un homicidio a balazos, perdió la vida tres meses después de sufrir una brutal golpiza por parte de la enfurecida comunidad que fue testigo del ataque.
El fatídico incidente tuvo lugar el 16 de agosto de 2023, cuando Ángela Isabel Corro Correa participaba en un sepelio en el mencionado camposanto. Según los testigos, Chamorro Terán llegó al lugar en una motocicleta, armada, y sin mediar palabra, disparó a quemarropa contra su víctima. A pesar de los esfuerzos por auxiliar a Ángela, falleció más tarde en el centro de atención médica al que fue trasladada.
La reacción de la multitud fue inmediata. Los presentes impidieron la fuga de la presunta agresora, quien cayó de su vehículo y fue rodeada por la enfurecida comunidad. Usando cualquier objeto contundente que tuvieron a mano, los testigos la golpearon repetidamente, causándole múltiples heridas. La intervención de la Policía Metropolitana permitió su captura y posterior traslado a un centro asistencial.
Rosa Delia permaneció más de tres meses ingresada en la Clínica Santa Ana de Dios de Barranquilla, donde recibió tratamiento por las graves lesiones sufridas durante el linchamiento. Lamentablemente, su estado de salud se deterioró hasta llevarla a la muerte.
Las investigaciones de las autoridades señalan que el ataque fue motivado por celos, sugiriendo un posible crimen pasional. La familia de Ángela Corro sostiene la teoría de que la joven fue mandada a asesinar por su expareja sentimental, quien también mantenía una relación con la presunta sicaria.
El caso ha suscitado preocupación en la comunidad, destacando la violencia desmedida que puede emerger en situaciones de este tipo. La Policía y las autoridades judiciales continúan con las investigaciones para esclarecer completamente los hechos y determinar las responsabilidades pertinentes.
La tragedia, que comenzó con un acto de violencia, ha dejado cicatrices imborrables en ambas familias involucradas, resaltando la importancia de abordar los conflictos de manera pacífica y buscar soluciones legales ante situaciones de celos y violencia interpersonal.