La tarde de ese fatal sábado, Edier se metió al redil junto con un grupo de jóvenes y adultos, que trataban de sacarle un mantazo al toro negro, fuerte y de finos cachos que había saltado al ruedo. Se le permitió salir luego de que acabara una especie de “huelga” que hicieron los banderilleros porque estaban arreglando los premios que iban a recibir.
El toro salió al ruedo buscando a quién golpear o atacar. Lo intentó con algunos que se le cruzaban en el camino, pero no lograba su objetivo hasta que llegó cerca de la parte del redil donde estaba Edier Sarabia Marenco, el joven de 15 años de edad, quien cuando vio que el astado se dirigía hacia donde estaba él trató de resguardarse detrás de la cerca que divide al ruedo del público.
No tuvo tiempo de pasar porque el toro le alcanzó y lo levantó unos metros por los aires y luego cayó. Cuando estuvo en tierra gateó y pudo meterse detrás de las barandas, pero ya había recibido una cornada en una de sus piernas. Alguien se dio cuenta de que había sido herido por el toro y llamó a los demás.