Leidan Luz está destrozada. No encuentra palabras para explicar lo que siente y grita mirando al cielo para entender por qué le arrebataron a su hijo, de 22 años, su primer amor, el que la enseñó a ser mamá.
Desde pequeño, Roberto Antonio Grandett Lamadrid se destacó por ser intrépido, alegre, soñador, familiar y amoroso. Es así como sus vecinos en el barrio La Providencia (Cartagena) le tomaron un afecto especial y ni contar el amor que despertaba en sus parientes y amigos.
Roberto tenía muchos proyectos. Estaba a pocas semanas de graduarse de técnico en soldadura, planeaba hacer un gran asado para su cumpleaños número 23 en noviembre y añoraba llevar de viaje por el país a su madre y a su hermanita menor.
Para ello trabajaba todos los días como domiciliario en una reconocida estética en Bocagrande, aunque también sacaba tiempo para estar en el grupo de motorizados Dark Riders, con el que hacía rodadas por carreteras de la región, ya que las motos era su gran pasión.
Horrible noche
Todos esos sueños se derrumbaron en la noche del sábado 23 de septiembre, cuando delincuentes lo asesinaron de tres balazos para robarle su moto de alto cilindraje. Un tío habló a este medio.
“Roberto fue invitado por unos amigos a un evento político en Turbana. Se fue en su moto y, cuando se hicieron las 10: 30 p.m., llamó a su mamá para decirle que ya iba para la casa. Él no quiso esperar a sus amigos porque decía que ya era tarde”, contó el familiar en Medicina Legal.
Añadió que “cuando habló con Leidan, ella vio que iba conduciendo y lo esperó despierta, pero se hicieron las 12 de la medianoche y no llegó, entonces ella se puso a rezar el Rosario y a llamar a la familia. Sentía que algo le había pasado”.
Agregó que llamaron a las autoridades y decidieron ir a las 2 de la madrugada a buscarlo por la variante Mamonal-Gambote. “Fuimos en mi carro, pero no vimos nada raro. También le preguntamos a otros motorizados y no tenían razón de Roberto, a quien su madre llamaba con insistencia al celular, pero ya no contestaba”, relató el tío.
En la clínica
Recordó que metros más adelante pararon a unos patrulleros de la Policía y estos le dijeron que recogieron a un joven con las características de Roberto y lo llevaron a la clínica Madre Bernarda. “Cuando llegamos a la clínica, el vigilante nos dijo que ya mi sobrino estaba en la morgue”, contó.
La moto de Roberto nunca apareció, tampoco sus documentos, cartera ni un reloj que usaba. La familia del joven ha investigado por su cuenta y encontró que “unos moradores del lugar nos dijeron que escucharon tres disparos y vieron un carro de color gris del que salió un hombre y prendió la moto de mi sobrino y se la llevó”.
La moto hurtada es una Victory MRX150, de color gris y negro y de placa PQJ 31F.
Dice que alguien pudo “marcarlo” en el lugar donde se encontraba, en Turbana. “Creemos que los delincuentes le vieron la moto, les gustó y lo siguieron. Pudieron cerrarle el carril con el carro para que se detuviera y luego lo asesinaron y le quitaron la llave. Nos dicen que por ahí hay varias bandas que operan así, pero mi sobrino no sabía eso”, relató.
Los parientes sólo esperan que las autoridades investiguen y den con los homicidas. Desde ya la moto es buscada para así dar con los responsables de la muerte del joven que despiden por Facebook con nostálgicos mensajes.