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¡Q’ Buena Papa! Oscar Piñeres, el fundador de ‘Skate Por La Vida’

En el 2016, recibió el premio de Titanes Caracol, en la modalidad de Gestos de Reconciliación de Paz.

El deporte puede salvar vidas, sobre todo en entornos en los que la juventud se ve ‘bombardeada’ por malos hábitos y por la falsa seducción de la delincuencia.

Como una solución a los conflictos, que se gestan en los barrios, nació ‘Skate Por La Vida’, un movimiento que reúne a niños, niñas y jóvenes entorno al monopatinaje o al ‘skateboarding’.

Ya lleva más de 15 años de existencia. Surgió entre las calles del Barrio Álvarez, de Bucaramanga y se fortaleció en el Parque Extremo, en San Martín.

“La muerte de un amigo en este parque nos impulsó a buscar la paz en estos movimientos, además de promover el deporte, que se había mantenido oculto en la ciudad”, contó Óscar Piñeres, el fundador de esta estrategia.

Este hombre, de 40 años, dedica los siete días de la semana a promover el ‘skate’ en los barrios, en el Parque San Pío y, ahora, en el Skate Park, de la Universidad Industrial de Santander, UIS.

Al hablar de este movimiento, Piñeres se siente satisfecho de que este proyecto barrial y deportivo haya conquistado más escenarios y encontrado apoyo por parte de organizaciones.

En el 2016, recibió el premio de Titanes Caracol, en la modalidad de Gestos de Reconciliación de Paz. Un reconocimiento que les abrió las puertas para solventar la escuela gratuita y también para que ‘Skate Por la Vida’ estuviera en el ojo de la opinión pública.

¿Cómo se hace un ‘buena papa’?

Óscar no imaginó, a sus 10 años de edad, que se convertiría en un ‘superhéroe sobre ruedas’, sin embargo, sí sabía una cosas: amaba la patineta.

“La primera patineta que tuve me la regaló un primo, que en paz descanse. Fue el detalle que me dio cuando hice mi primera comunión”, contó Piñeres.

Desde entonces, no quiso bajarse nunca de las patinetas. “Hay un lema muy conocido en el ‘skateboarding’ que dice: un skater no es el que se sube a una patineta, sino aquel que nunca se quiere bajar de ella”, dijo.

El amor por esta disciplina lo llevó a estudiar una tecnología en deportes, en la Unidades Tecnológicas de Santander.

A partir de esta profesión fortaleció sus aprendizajes para darle la altura que se merece a un deporte de talla olímpica.

Piñeres recuerda que aprender este deporte en su niñez fue más difícil de lo que puede ser ahora para sus alumnos. “No habían medios, ni YouTube que nos enseñara. Llegaban revistas, y uno intentaba encajar poco a poco con los movimientos que veía en las fotos”, agregó.

Un recorrido por lo alto

En más de una década, este proyecto ha conseguido ser visibilizado por documentales, y recibir reconocimientos de medios de comunicación.

Por otro lado, los alumnos se han convertido en profesionales, que siguen apoyando a la escuela, desde sus campos de estudio.

Además, sus alumnos han llegado a ocupar el tercer puesto en competencias a nivel nacional, por lo que esta escuela sí que ha dado frutos.

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