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¡Q’ Buena Papa!: Esta mujer es el ‘ángel guardián’ en el barrio Villa Rosa

El servir sin recibir nada a cambio, esa es la labor que Dalia Milena Cadena Suárez ha tenido desde hace varios años con los niños del barrio Villa Rosa.

Dicen que la sencillez es el atributo más bello de una mujer.

Pero la humildad, el trabajo y el ser bondadoso son el complemento perfecto para la vida. Y así podemos describir a Dalia Milena Cadena Suárez, la ‘Buena Papa’ del barrio Villa Rosa, en el norte  de Bucaramanga.

Llegó a la ciudad cuando apenas era una niña, y tal vez por eso, su amor por ellos le dan el don para servir.   

“Nací en Tunja, Boyacá. Llegué con mis padres y 9 hermanos más al sector conocido como Los Mangos en la manzana 3 de Villa Rosa”.

“Hace 10 años estoy aquí en esta esquina, donde bajan carros, motos, buses y toda clase de vehículos, pero lo más importante son ellos, nis niños, que de lunes a viernes van al colegio y les tiendo la mano para cruzar la calle”, expresa esta humilde mujer.

Por los accidentes que se estaban presentando y el peligro que corren, sobretodo los niños y adultos mayores, a Dália le nació la idea de ayudarles a cruzar la calle.

“Hubo un accidente hace 9 años con un niño y por eso ahora ayudo a quien pasa por este sector. Muchos niños vienen solitos, son muy pequeños y se quedan parados esperando a que no vengan vehículos, y es ahí donde entro yo a ayudar”.

“Antes utilizaba una paleta como señal de tránsito. Ahora, por mo trabajo,no la cargo y sólo utilizo mis manos para que los vehículos se detengan”, comenta.  

La jornada comienza desde las 5:40 a.m., hasta las 6:30 a.m., donde los niños acuden al instituto Santo Ángel. Pero para Dália su trasegar inicia desde las 2:30 de la mañana.

“Vende tinto, café con leche, chocolate, pan, el Q’hubo. Llego a las 3:45 a.m., a el que hoy es mi lugar de trabajo. Un puesto que gracias a la comunidad me adecuaron.

“Ayudar es algo muy bonito, ellos me ayudaron y yo ayudo a cerca de 120 niños pasan a diario. Acá trabajo hasta las 9:00 a.m., y vuelvo en la tarde un ratico”, dice Dália quien vive en la actualidad con mi mamá y dos hermanos.

Los niños son un amor

“Servir libera muchas cosas, se siente tranquilo. Creo que me he ganado la confianza de las personas que transitan por este sector de Villa Rosa”.

“Recibir un gracias es lo más gratificante y que venga de un niño mucho más. Aunque muchos papás también son agradecidos. Un día un niño me trajo una manzana y eso me dio alegría. Así hago mi ayuda, voluntariamente, sin recibir nada a cambio”, dice Dália, quien después de pandemia quedó muy agradecida con la gente de este sector.

“Me ayudó a arreglar este sitio, lo adecuaron y me dieron todas las comodidades. Por eso yo les correspondo”.

En Villa Rosa hay gente buena

Su tiempo lo dedica a vender tintos en una esquina pasos abajo del instituto Santo Ángel. Pero por la falta de reductores de velocidad ella es la encargada de abrir paso a los peatones.  “Faltan dos reductores. Aquí pasa muchos vehículos. Sería muy bueno que desde la dirección de tránsito vinieran a revisar el tema, porque no queremos más aaccidentes y eso trato de evitarlo”, dice.

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