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Rescatan la mítica casa de la carrera 29 con calle 33 en Bucaramanga

En la actualidad este predio pertenece a la Comunidad de las Hermanas de la Presentación y, de manera precisa, ellas son las que lideran el proceso de restauración. Esta es una de las pocas viviendas de finales de los años 30 que queda en pie.

Si bien durante los últimos años las casonas del ayer, esas que escribieron memorables páginas de nuestra historia, han caído ante el evidente desarrollo urbanístico, hay que aplaudir las obras de embellecimiento y de restauración que se le hacen hoy a una icónica vivienda, que fuera construida por arquitectos franceses, y que durante años sirvió para alojar a religiosas francesas que llegaron a Bucaramanga a atender pacientes de hospitales.

Nos referimos a la hermosa residencia, situada en la carrera 29 con calle 33, esquina noroccidente, hoy de propiedad de la Comunidad de las Hermanas de la Presentación. De manera precisa estas religiosas contrataron los servicios del arquitecto Augusto Ballén Rey, para la restauración y preservación.

Según este destacado profesional, “allí se están remplazando las redes hidrosanitarias, las eléctricas, la del gas, así como las de los demás cableados”.

De igual forma, agregó que se procederá con la impermeabilización de la cubierta y la restauración de los elementos de madera de la vivienda.

Por su parte, el arquitecto y urbanista, Antonio José Díaz Ardila, resaltó “el hecho de que este predio hoy sea objeto de restauración, de tal forma que se pueda conservar su valor histórico”.

“Es agradable saber que mientras la historia de la arquitectura e ingeniería colombiana de manera permanente está arrastrando con los rastros del pasado, en esta ocasión se esté velando por la memoria urbana de esta esquina de la ciudad, máxime en plena época de conmemoración de los 400 años de Bucaramanga”, precisó.

De acuerdo con el arquitecto e historiador Gilberto Camargo, “esta edificación fue construida a finales de la década de los años 30. Inicialmente funcionó como residencia de una prestigiosa familia de origen extranjero”, añadió.

“Este fue uno de los predios que, en ese entonces, rompió con el estilo republicano de la época. Era de las pocas residencias que tenían dos pisos y, por ende, fue considerada como una edificación moderna, bajo el sello de la arquitectura francesa”, añadió.

Como dice el historiador Díaz Ardila, “este tipo de acciones les permite a los bumangueses no perder la dimensión temporal de su ciudad y, de esta forma, pueden establecerse en un presente sin perder los puntos de referencia de sus raíces”.

Y complementó que este tipo de preservaciones levanta el ánimo de los historiadores: “De esta forma los ciudadanos, aquellos que saben que los recuerdos son importantes porque no se puede surgir de la nada, entienden la importancia de preservar el patrimonio urbanístico de la capital santandereana. Esas casonas del ayer no son pasivos de la nostalgia, sino activos de nuestras huellas”.

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