Desde hace 12 años, El Maná, la tienda de Luis José Villamil, presta sus servicios a los habitantes del barrio La Castellana en Floridablanca.
“Yo era comerciante, tenía una empresa de lubricantes”, recuerda Luis José, quien le compró este negocio a un familiar cuando ya era una tienda. Poco a poco, y con mucho esfuerzo, fue remodelando partes de su negocio que lucían antiguas, para mejorar su aspecto con los clientes.
En compañía de su esposa Jineth Villamil y su hermana, Paola Suárez, quien se encarga de los servicios a domicilio en el barrio, Luis José posicionó su tienda en La Castellana hasta convertirla, de manera gradual, en un autoservicio con variedad de productos frescos y con la mejor atención al cliente.
El lado difícil
Los sacrificios son múltiples en este oficio, mucho más cuando se trata de prestar el mejor servicio posible a los habitantes de La Castellana para que siempre quieran volver a comprar en este autoservicio.
“Hay que trabajar corrido, se trabaja todos los días, hay que madrugar a la Central de Abastos para comprar la verdura, son horarios en los que hay que madrugar a las 2:00 o 3:00 de la mañana”, dice Luis José, quien también recuerda a las personas con genio fuerte o mal intencionadas que quieren aprovecharse de su tienda.
Además de estos esfuerzos, Luis José lleva a sus hijos al colegio, muy temprano en la mañana, para luego abrir su tienda a las 7:00 am, la cual permanece abierta al público hasta la 1:00 de la tarde. Descansa un poco y reabre su negocio nuevamente a las 4:00 de la tarde hasta que el reloj marca las 9:30 de la noche.
“Aquí La Castellana es muy bueno. Tiene muy buena gente, buenas personas. Gente educada. Llegan, no hacen desorden y mantienen la cultura”, asegura el tendero.
Luis José manifiesta que el buen tendero se forma a través del tiempo, y por supuesto, con ayuda de sus clientes, quienes a diario le enseñan y lo ponen a prueba.
“Todos tienen genio diferente, hay que ser amable, de buen genio”, asegura este tendero de La Castellana.