En Zipaquirá, lejos de su natal Santander, donde se había radicado hace años, murió este martes el pintor Antonio Frío, dejando un legado artístico, cultural y social.
Frío, quien falleció en el Hospital Regional de Zipaquirá, vivía en ese municipio desde hace 45 años adonde llegó atraído por los pictogramas y otros atractivos arqueológicos de las piedras del abra, al oriente de este municipio.
Antonio, nacido en Bucaramanga, también fue historiador y escultor. Es y será recordado también por sus pinturas, especialmente por los innumerables lienzos dedicados a Simón Bolívar, pero en ruana; obras que han cruzado las fronteras de los cinco continentes y reposan en los más sofisticados salones de arte y en recintos de sensibles y gomosos del arte plástico que admiran a El Libertador.
Vivió entre Zipaquirá, Bogotá y Bucaramanga, investigando y recomponiendo parte de la historia, especialmente muisca, presentando sus obras y participando en las más importante galerías de Colombia y el exterior.
En los años setenta logró reconocimiento como músico y compositor de canciones protestas con temas como Pachín Campana, Pistolero siglo XX, Piel cobriza, Frío y Soledad, Un puerto llamado planeta, y Juan Minero; y estuvo interesado en la poesía nadaísta, y las artes plásticas se convirtieron en su vocación.
El Concejo Municipal de Zipaquirá, ciudad en la que vivió desde hace más de cuarenta años, le otorgó la Cruz de Malta al Civismo, en reconocimiento a su labor artística y por el rescate de los valores históricos y culturales de la ciudad.
Construyó una interesante iconografía sobre el Libertador Simón Bolívar, figura que se convirtió en eje de su obra.
Su trabajo hace parte de la colección permanente del Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo en la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta.
Publicó el libro Simón Bolívar, sobre su obra pictórica del prócer venezolano.
