Transeúntes, conductores, vecinos y en general los bumangueses observaron con sorpresa la demolición de la antigua casona conocida popularmente como la ‘Escuela Bolívar’, ubicada en la carrera 23, entre las calles 36 y 37.
Este histórico predio, también vecino del viejo Colegio Adelina Cárdenas de Mendoza, formaba parte de las reliquias arquitectónicas del Municipio.
Recordemos que este plantel, liderado por una entidad sin ánimo de lucro, cerró sus puertas hace ocho años, después de cumplir la misión de formar hombres y mujeres con espíritu de bien.
Para historiadores y defensores del patrimonio cultural de la ciudad, “esta casa se unía a las muchas estructuras que no solo representan una parte esencial de la memoria colectiva de Bucaramanga, sino que también narran historias únicas sobre el desarrollo social, político y arquitectónico de una comunidad”.
Derribaron esta icónica casona de Bucaramanga. ¿Por qué? (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA)
“Su desaparición significa la pérdida irrecuperable de vestigios que conectan a las generaciones actuales con sus raíces y comprometen la identidad cultural que enriquece el tejido de la sociedad”, señaló Alfredo Moreno, historiador.
Para los especialistas, cada edificio histórico es un testimonio tangible de épocas pasadas que, una vez destruido, deja un vacío irreparable en el estudio y la comprensión del pasado: “Es una verdadera lástima que esto pase”.
Advierten que la demolición de edificaciones como la casona de la Escuela Bolívar suele responder a intereses económicos o urbanísticos que priorizan el desarrollo inmediato sobre el valor cultural a largo plazo. Esto refleja una falta de sensibilidad hacia la importancia de conservar el patrimonio histórico como recurso educativo y turístico.Da tristeza el desplome de esta icónica casona. (Foto: Franz Rey / VANGUARDIA)
La Escuela Bolívar, con su arquitectura distintiva y su papel en la formación de generaciones de ciudadanos, encarnaba estos valores. Su pérdida no solo representa la destrucción de un edificio, sino también de un símbolo que marcó profundamente la identidad de la comunidad.
Por ello, los expertos abogan por políticas que integren la conservación patrimonial en los planes de desarrollo urbano, para garantizar que el progreso no implique el olvido del ayer.
“Es inadmisible que esta zona céntrica vuelva a sufrir los embates de la desidia. Ya casi se ha vuelto costumbre que las casonas coloniales del casco histórico sufran este tipo de reveses. Culpar a la lluvia y al óxido que corroen es restar responsabilidad a quienes están encargados de mantener los inmuebles”, añadió.
“Hay que respetar el valor histórico de un inmueble, lo que conlleva un análisis profundo y minucioso del estado de conservación en el que se encuentra, la importancia que tiene para la sociedad y la trascendencia que ha acumulado a lo largo de su historia. Asimismo, deben considerarse aspectos como el estilo arquitectónico, los hechos relevantes sucedidos en su interior, el arquitecto que lo diseñó, su estado de conservación, vida útil probable y localización, en fin… La intención es valorar su importancia”, puntualizó.