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El ‘cucho’ de los chocobananos a las afueras de los colegios de Bucaramanga

Con 73 años, Carlos Julio Acosta Acevedo se ha convertido en un referente de esfuerzo, emprendimiento y resiliencia en Bucaramanga.

Junto a su esposa Smith Peña y su hija Yenny Acosta, lidera un pequeño negocio de chocobananos que, más allá de ser su fuente de ingresos, representa una historia de superación y compromiso familiar.

El inicio

Hace ocho meses, Yenny Acosta, al enfrentar dificultades laborales, propuso a su padre una idea inspirada en los productos que había observado en Ecuador: vender chocobananos. Juntos realizaron un estudio para mejorar la calidad del producto y desde entonces, este emprendimiento no solo ha sostenido a la familia, sino que también ha transformado sus vidas.

“Gracias a Dios, la gente nos ve y nos pregunta qué vendemos. Aunque algunos nos han tratado mal o mirado con molestia, la mayoría se acerca a colaborar. Es gratificante ver cómo nuestro esfuerzo es valorado por la comunidad”, comenta Carlos, con una mezcla de gratitud y orgullo.

Carlos y su esposa Smith Peña recorren diariamente los colegios de Bucaramanga, especialmente los colegios Salesiano y José Acevedo Gómez, donde los principales clientes son los estudiantes. Para ellos, el precio es especial: $3.000, mientras que el público general paga $4.000.

“Yo les empaco a los papás una bolsita con hielo para que los chocobananos lleguen perfectos a casa”, explica Carlos.

El negocio no se limita a colegios. Cuando las ventas son bajas, la familia se desplaza a parques y barrios como Santander, Mutis, Monte Redondo, Ciudad Bolívar, Los Héroes y Real de Minas, buscando siempre vender los 30 chocobananos que preparan diariamente.

Además, ofrecen un servicio de domicilios gratuitos dentro de Bucaramanga y han incursionado en redes sociales para promocionar sus productos. Esta estrategia les ha permitido participar en ferias de emprendimiento, donde Yenny, quien toma cursos para mejorar el negocio, les busca un lugar más cómodo para que vendan.

Con esfuerzo y creatividad, esta familia no solo endulza las calles de Bucaramanga, sino que también inspira a la comunidad con su ejemplo de perseverancia. Como lo describe Carlos: “Este negocio nos ha enseñado que, aunque la vida te dé golpes, siempre hay una forma de levantarse y seguir adelante”.

Hoy, los chocobananos de Carlos Acosta no solo son un postre refrescante, sino un símbolo de trabajo y amor familiar.

El ‘cucho’ de los chocobananos no da una venta por perdida y ofrece su producto a todos. / Foto: Emmanuel D. Sánchez

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