La plaza principal del barrio La Cumbre es la herencia de más de tres generaciones que crecieron entre los 71 puestos del lugar.
Hace 42 años, a los vendedores ambulantes de antaño del barrio La Cumbre se les presentó una oportunidad de ‘oro’: la donación de un lote.
El espacio ubicado en la calle 30 #10E-01 sirvió como ‘la cuna’ para diversas familias que han vivido de generación en generación de los productos frescos y del ‘madrugón’ para arreglar el puesto.
Desde niña, Yidys Romero conoce los pasillos de la plaza de mercado de La Cumbre. Hoy es la presidenta de la asociación de comerciantes. /FOTOS Y REDACCIÓN: FELIPE JAIMES LAGOS.
Aunque, el centro de acopio es propiedad de la Junta de Acción Comunal del barrio, lo cierto es que desde hace años los comerciantes están en la búsqueda de ser reconocidos como el grupo que responde por el mercado de los florideños.
Desde las 5:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde, sus pasillos son como una ‘pasarela’ donde los canastos y bolsos desfilan con ‘la cumbre’ de los productos de la canasta familiar.
Son 71 puestos, pero cientos de madres, padres, hijos y nietos que crecieron en medio de los bultos y la interacción con toda la comunidad.
Blanca Meza es quien prepara bombas chontaduro y borojó a siete mil pesos para los interesados en un extra de energía. A sus casi 77 años, Benicio Tarazona dejó trabajando a gran parte de su familia en la plaza que fundó junto a otros colegas. El pollo criollo y semicriollo se consigue donde Diana Tarazona, una de las 43 nietos de don Benicio. Gloria Albarracín heredó el puesto de su padre, Alcides, y ahora es quien ‘le pone el condimento’ al mercado. Sandra Riveros siguió el legado de sus padres Paciente y Leonor, miembros fundadores del centro de acopio. Con tres mil pesos puede desayunar una empanada o papa rellena en el puerto de Luis Alejandro.
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