A su corta edad de ocho años, Fanny Villanova observaba los cuidados que su madre con cáncer recibía por parte de una enfermera, quien se encargaba de hacerle las curaciones.
Desde ese instante, ella descubrió que también llegó al mundo con la vocación de servir a los enfermos y adultos de la tercera edad.
“Me di cuenta que es tan lindo servir, es muy bonito, es algo que se siente en el corazón, que cuando uno hace las cosas realmente con el alma es muy gratificante”, afirma con una sonrisa en el rostro.
Más adelante, cuando Fanny formó una familia y también se convirtió en mamá, comenzó a trabajar en diferentes fundaciones de Bucaramanga y el área metropolitana en donde reforzó su vocación y descubrió el sueño de materializar un espacio propio para brindarle los mejores cuidados a los abuelitos desprotegidos en Girón.
Fue así como una madrugada cualquiera, Fanny pasó la noche en vela y llegó a la conclusión que ella también quería su propia fundación.
“Yo le dije, Diosito, yo quiero mi fundación, así sean poquitos nonitos, pero yo quiero atenderlos”, recuerda la fundadora, quien se describe como una mujer espiritual, característica que le permitió tomar el riesgo de comenzar con el proyecto que cambiaría su vida para siempre: el Hogar Nuevo Día.
“El día que yo salí a buscar casa, fui por todos lados en moto”, recuerda Villanova, quien recorrió las calles del municipio de Girón en medio de una fuerte lluvia hasta que finalmente encontró el lugar que tanto soñó: una casa amplia de dos plantas con reja a la que llegaron los dos primeros adultos mayores que con tanto esmero comenzó a cuidar.
“Tal cual como me la imaginé, así Dios me la puso”, agrega. Con la ayuda de la Fundación Soldaditos del Señor, el Hogar Nuevo Día recibe ayuda para alimentación de los adultos mayores, pues actualmente no cuenta con apoyos económicos del sector público y las obras de caridad son recibidas con agradecimiento.
Por el momento, la prioridad de Fanny es avanzar en su quimioterapia para recuperarse del cáncer que ahora mismo padece, por lo que delegó las funciones en el Hogar Nuevo Día a sus familiares y voluntarios para que los abuelitos que allí residen sigan recibiendo el cuidado que merecen.
“Ahora con mi diagnóstico, las cosas han cambiado mucho para mí, el no estar siempre con los nonitos me duele mucho”, cuenta la fundadora.
“He tenido muchas anécdotas de nonitos abandonados, que ya en sus últimos suspiros me miran con una sonrisa tan linda, llena de agradecimiento, y se van. He tenido nonitos que se mueren tan tranquilos”, dice entre lágrimas esta mujer.
