Separadores con palos quemados, piedras esparcidas por las calles, llantas incineradas, entre otros objetos, amanecieron ayer en las principales calles del ‘Monumento Nacional’.
El lunes y martes, cerca de las 10:00 de la noche, los residentes de las zonas aledañas a la avenida Los Caneyes, Rincón de Girón y la carrera 19, dejaron ver su angustia y se resguardaron temerosos en sus hogares a la espera de que la situación no pasara a mayores.
“Sentimos que en cualquier momento iban a llegar a partirnos las ventanas o a atacar nuestras casas.
A estos actos no le vemos nada de pacífico ni de protestante. Las personas que quieren manifestarse, no le hacen daño a la gente. Sinceramente sentimos mucho miedo, pero gracias a Dios todo pasó rápido”, aseguró una mujer residente de Casalinda, quien prefirió mantener su nombre bajo reserva por temor”.
Pese al susto, según lo precisado por Juan Carlos Pinto, secretario de Seguridad y Convivencia Ciudadana, “trabajamos con nuestro pie de fuerza hasta la 1:00 de la mañana y se controló la situación”.
Los daños.
La manifestación no fue tan pacífica como se planeó. En el municipio quedaron daños como butacas de cemento y sardineles destruidos, señales de tránsito derribadas, calles y paredes rayadas, entre otras situaciones. “Debido al clamor ciudadano se evitó que ingresaran a un hotel, estaban dañando un casino, intentaron dañar el almacén Metro y el Esmad procede y dispersa a los manifestantes”, añadió Pinto.
Respecto a estos daños, hasta el momento la administración municipal hacía un recuento de cuánto pudo haber alcanzado el monto representado en pérdidas y se mantenían alertas ante nuevas manifestaciones.
