Bajo la perspectiva de género y con énfasis en el movimiento #MeToo, esta producción sin precedentes de 12 episodios explora las verdades ocultas detrás del imperio Playboy a través de una lente moderna, a medida que se adentra en el mundo complejo que creó Hugh Hefner y examina sus consecuencias de gran alcance en la visión del poder y la sexualidad en nuestra cultura. Además, se deconstruye al personaje -detrás de la persona ante la opinión pública- poniéndose el foco en el sufrimiento de las mujeres que habitaron la Mansión Playboy, ubicada en Los Ángeles, California.
Secretos de Playboy cuenta con un material inédito, entre ellos imágenes de archivo y entrevistas exclusivas con expertos de todas las facetas del mundo de Playboy, muchos de los cuales comparten sus historias por primera vez, que incluyen a la ex directora de Playmate Promotions, Miki García; ex novias de Hefner, entre ellas Holly Madison, Bridget Marquardt y Sondra Theodore; la autora de “Playground: A Childhood Lost Inside the Playboy Mansion” y residente de Playboy Mansion West, Jennifer Saginor; la Conejita Madre PJ Masten; las ex Playmates Rebekka Armstrong, Susie Krabacher, Dona Spier, Tylyn John y Cristy Thom; y miembros del personal y del círculo íntimo de Hefner, incluida la asistente ejecutiva Lisa Loving Barrett, el mayordomo Mitch Rosen y el mayordomo personal de Hefner Stefan Tetenbaum. En los últimos capítulos de la serie participan además las gemelas y ex novias de Hefner Karissa y Kristina Shannon y se une a la denuncia Audrey Ann Huskey.
Para la sociedad de la época previa a la liberación sexual de los 60, los desnudos eran de categoría clandestina en las publicaciones y no bien vistos por entonces. Hasta la aparición de Playboy en 1953 que rompió con ese paradigma y puso al cuerpo desnudo de la mujer como objeto de consumo en medios. En la serie documental, se ve como esta puerta celestial para los hombres, a través de un puñado de páginas impresas, derivó en un oscuro mundo de depredación sexual -que involucró a famosos- como así también en el tráfico y abuso de mujeres (muchas de ellas menores de edad) que recalaron en mansiones satélites que funcionaban como clubes privados para realizar orgías. Estas “mansiones ocultas” albergaban a las chicas que no lograban llegar a Playboy.
En Secretos de Playboy también hay lugar para sucesos trágicos como la muerte por sobredosis de Adrienne Pollack, en 1973, el suicidio de Bobbie Arnstein (asistente de Hefner) en 1975 y el crimen de la playmate Dorothy Stratten, en 1980. Otro oscuro episodio que el documental no pasa por alto son las pig nights (noche de los cerdos, en relación a como Hefner llamaba a las prostitutas) de cada jueves, con fiestas de chicas reclutadas en Sunset Boulevard y llevadas a la mansión.
El documental por momentos pone la lupa en personajes como Don Cornelius, un presentador y productor cercano a Hefner, quien se llevó a dos conejitas a una fiesta y, luego de eso, desaparecieron por varios días, para poner en contexto el nivel de impunidad con el que se manejaba Hefner y su depravado séquito.
Bajo la fachada de una revista, cuyo primer número vendió la totalidad de las 50 mil copias impresas, para llegar a los 7 millones de ejemplares mensuales, y que buscó revolucionar la cultura sexual estadounidense, se agazapó un editor listo para saciar sus apetitos más oscuros. Con sólo 27 años, Hefner escaló, por un lado, en los deseos de los hombres de querer vivir como él y, por el otro, se amparó en la divulgación de los derechos igualitarios de las mujeres para darle un status de empoderamiento. En realidad, según muestra el documental, sólo fueron herramientas para monetizar sus negocios. Ellas fueron engañadas y manipuladas hasta último momento.
“Todo era como un culto”, asegura Miki García, ex Conejita y quien trabajó para Playboy como jefa de promociones entre 1973-1982. “Las mujeres eran preparadas y se les hacía creer que eran parte de esta familia. Y él (Hefner) se creía el dueño de esas mujeres. Hubo Playmates que tuvieron sobredosis y hubo Playmates que se suicidaron”, revela García a medida que explica que pensó en escribir un libro para denunciar estas atrocidades. “Hefner incluso envió a alguien para sobornarme. Cuando encontrás a alguien tan poderoso te da tanto miedo porque todo puede pasar. Lo que sea. Tanto así era lo que le temía”, detalla García.
En 1971, Hefner compró la mansión y creó un verdadero oasis para adultos. “Nadie te juzgaba en ese ámbito fastuoso y glamoroso, era como un Disneylandia para adultos”, recordaba León Kennedy uno de los amigos de Hugh, desde los tiempos más inocentes de la cofradía Playboy. ”Éramos invisibles, él solo daba ordenes, éramos sus sirvientes”, rememoraba también Stefan Tetenbaum, uno de los mayordomos de la casa quien agregó que “habían unas 150 reglas para manejarse en la mansión y una de las más importantes era que no debíamos hablar con las chicas”, agrega. Un dato no menor: todos los lugares de la mansión tenían micrófonos y cámaras pequeñas. “Teníamos que tener mucho cuidado porque sabíamos que estábamos siendo monitoreados”, agrega Tetenbaum sobre esa herramienta de extorsión.
En Secretos de Playboy un rol fundamental lo cumplen las novias de Hugh y su séquito de amigas. Ellas son mostradas como un instrumento de extorsión, placer y negociación de Hefner. Además, bajo el lema “divide y reinarás”, él fomentaba las discordias entre las mujeres, sobre todo entre la “novia principal” y las “secundarias”, para poder dominarlas y que se genere cierto estado de simbiosis, tensión y atracción hacia su persona. Una obra digna de una mente psicópata.
La ilusión de libertad sexual sin reprimir contrastaba con una supuesta realidad de abuso físico y emocional de las miles de mujeres en el mundo Playboy. Entrelazada con el aspecto brillante de un mundo que aparentemente celebraba a las mujeres, había una realidad más siniestra, la que durante décadas permitió que florecieran conductas nefastas que incluían violencia sexual, abuso de drogas, y donde la prostitución, el suicidio e incluso el asesinato acechaban en las sombras. Así, Secretos de Playboy explora cómo el imperio de Hefner era una fuerza poderosa que manipulaba a las mujeres en un ambiente tóxico, silenciando sus voces, enfrentándolas entre sí y abriendo la puerta a los depredadores sexuales.
Uno de los testimonios claves del documental es el de Jennifer Saginor, quien creció en la Mansión Playboy (escribió un libro sobre su infancia perdida en el lugar, y el mismo Hefner intentó boicotear su difusión) ya que su padre (Mark Saginor) fue el médico personal de Hugh y mantuvo un vínculo de amistad por más de 40 años. Con sólo seis años, ella ya correteaba por los pasillos de la casona y veía a las Conejitas con cierto halo maternal en donde los recuerdos de fiestas navideñas la cobijaron entre la calidez y la calma. Pero nada de eso sería real.
La explotación de las mujeres visto bajo el prisma de sus protagonistas, es uno de los potenciales de Secretos de Playboy. Allí también aparece Sondra Theodore, la conejita mamá -directora de Playboy promotions a cargo de 70 conejitas- quien un día entró de improviso a la habitación de Hefner y lo encontró masturbando a su perro: “Ellos también tienen sus necesidades”, dijo el fundador. Porque también existían testimonios que hablaban de zoofilia en la mansión.
“Todo era más oscuro y siniestro. Me enseñaron a ver a las mujeres como mercancías. Era degradar, no empoderar”, explicó Saginor quien se enamoró de Kendall, otra de las novias más importantes de Hugh, quien misteriosamente no brindó testimonio para este documental. El control mental que Hugh ejercía sobre sus chicas se asemejaba al de un culto. No por nada, Hefner admiraba -y se obsesionaba- con saber más y más acerca de la figura de Charles Manson, intentando descifrar cómo un hombre podía regir la vida de un grupo de mujeres a su voluntad.
Secretos de Playboy rompe con la ilusión de la caja cristalina en la que por décadas estuvo inmerso el universo de la Mansión. Una burbuja, una pompa de jabón de la que nadie quería salir y pocos se animaban a pinchar. Hasta este lanzamiento de A&E, que dejó para antes de los créditos finales de cada emisión, un mensaje por parte de los actuales propietarios de la firma de entretenimiento para adultos: “Los dueños actuales de Playboy creen que hay elementos indignos de nuestros principios a lo largo de 70 años en el negocio. Defender la libertad y la igualdad. La familia Hefner ya no está asociada a Playboy”, indican.
“Todo era muy mecánico y robótico”, son las palabras de otra de las novias más importantes de Hefner. Ella es Holly Madison, quien tiene casi todo un capítulo dedicado en The girls next door, en relación al reality homónimo, emitido a lo largo de seis temporadas por el canal E!, en la década de los 2000 que mostraba la vida del magnate de los medios junto a sus itinerantes novias. “Me enojaba muchísimo lo manipulador que era. Tuve que seguir el ejemplo de las chicas de tener sexo sin protección y cargar con la etiqueta de prostituta por mudarme a la Mansión”, son algunos de los jugosos testimonios que brinda la ex conejita a quien Hefner la tildaba de ser un “alma vieja”, por ser -como él- un amante de las películas clásicas de Hollywood. “Creí estar enamorada de Hugh pero todo era producto de un gran Síndrome de Estocolmo, empatizar con tu captor”, recuerda ella quien confesó que estuvo a punto de suicidarse por la opresión que sentía.
Oriunda de Alaska, Madison veía que el común denominador de estrellas de los años ´90 como Pamela Anderson, Anne Nicole Smith o Jenny McCarthy eran provenir de la cantera Playboy. Y hacia allí fue. Pero el camino sería espinoso, con drogas, traiciones, amores y mentiras. La misma fórmula que atravesó Sondra Theodore, novia de Hugh entre 1976 y 1981, a quien él le propuso tener un bebé. Pero, tal cual se ve en este documental, sólo era una mentira más del hombre de la bata y la pipa eterna.
El documental también revela que el fallido vínculo primigenio de Hugh con la actriz y cantante Betty Conklin, hizo engendrar en él un monstruo ávido de sexo, manipulación y dinero. Como si fuese una venganza mediática. Así moldeó varias camadas de conejitas a su gusto y semejanza, a base de siliconas, botox y, sobre todo, mucho miedo. “Mi vida es solo una invención y una estrategia de marketing inteligente. Que me sirve demasiado”, dice Hefner, quien falleció a los 91 años en septiembre de 2017 y, como bien resume esta saga, él siempre fue un vampiro. Y las conejitas, su presa.
Dirigida por Alexandra Dean (“This is Paris”, “Bombshell: the Hedy Lamarr Story”) y de los productores de la serie de A&E ganadora del Emmy “Esclavos de la cienciología” (Leah Remini: Scientology and the Aftermath”), “Secretos de Playboy” es producido por The Intellectual Property Corporation (IPC) de Industrial Media para A&E Network. Eli Holzman, Aaron Saidman, Matt Shanfield y Erin Gamble de IPC se desempeñan como productores ejecutivos junto con Alexandra Dean. La serie está codirigida por Arlene Nelson. Elaine Frontain Bryant, Brad Abramson y Dolores Gavin son los productores ejecutivos de A&E. A+E Networks posee los derechos de distribución mundial de “Secretos de Playboy”.