Alexis Amado Rivera, de 55 años, oriundo de Coromoro, fue en su adolescencia un agricultor fornido y trabajador hasta que empezó a sufrir de trastornos psiquiátricos y ataques de epilepsia.
Los medicamentos lo adormecíande día y noche. No pudo seguir labrando, vivía de la caridad de los vecinos quienes lo apreciaban y de sus hermanos que nunca lo desampararon.
Siempre se le veía caminando por las calles del pueblo, pero el pasado 28 de marzo tomó otro rumbo. Lo vieron deambular un poco desorientado hacia Charalá, desde ahí no se supo más de su paradero.
Después de varios días de zozobra, sus familiares recibieron la trágica noticia de que lo hallaron sin vida en una zona boscosa de la vereda Las Flores.
Llevaba una camisa azul celeste, manga larga, pantalón de tela color beige y unas botas de cuero. No registraba signos de violencia.
El duelo embarga a una familia humilde, pero llena de amor, que entre todos se apoyaban. Eran seis hermanos que se querían de forma incondicional. Yaneth Dueñas, una de las mayores, era quien más pendiente estaba de su bienestar.
“Cuando lo llevaban para San Camilo venía aquí a mi casa a decirme: ‘hermanita, láveme la ropa’. Me pedía comida. Lo atendía lo mejor que podía, era mi hermanito, lo quería mucho”, relató Yaneth.
Alexis vivía en el barrio San Eugenio con un hermano que estaba en condición de discapacidad, aunque no tenía los medios, salía a diario a rebuscarse la comida para ambos, veía y cuidaba de él.
“Hace varios años se perdió también, pero regresó a la casa, pensábamos que sería lo mismo… nunca llegó”.
