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En Girón, a la familia de Gustavo Ortiz solo les queda el lamento

Gustavo Ortíz, de 50 años y padre de tres hijos, murió al ser embestido en su motocicleta por un camión. Ocurrió en el sector del Palenques. Algunos conductores comentaron lo ocurrido en el siniestro.

Hubo caos y conmoción por la horrible muerte que sufrió el motociclista Gustavo Ortiz ayer en la tarde, cuando se movilizaba por la vía Chimitá-Girón, en el sector del Palenque.

Ortiz, de 50 años, quien residía allí mismo, en Girón, y se ganaba la vida como comerciante, iba camino hacia su casa en el barrio Bellavista, pero en una fatalidad las llantas de una turbo le pasaron por encima. El casco que llevaba puesto no fue suficiente para evitar que el peso de aquella mole evitada su muerte.

Quedó bocabajo, tendido sobre la ‘Y’ que conduce por un lado hacia el Puente Antonia Santos y del otro, hacia el barrio Rincón de Girón.

Decenas de personas; entre peatones y conductores, rodearon la impactante escena.

Los policías que acordonaron la zona insistían en que evacuaran y no ocasionaran más congestión, pero los curiosos no hacían caso, querían observar de cerca la tragedia de Gustavo.

Entre el tumulto estaban varios testigos, quienes no paraban de cuestionarse la serie de imprudencias que ocasionaron el infortunado hecho.

“Una turbo y una mula estaban paradas ahí, en el inicio del puente. Los conductores estaban hablando, como que uno le estaba preguntando al otro por dónde irse; eso pasa mucho aquí porque no hay una señalización y se confunden.

“Ahí fue cuando se metió el de la moto, iba por esa vía-la del puente Antonia Santos, pero luego quiso irse por el otro lado, se atravesó y una turbo que venía a toda no lo vio y se lo llevó”, comentó un hombre, alegando con tono furioso.

Pero luego, otro conductor dijo otra versión. “Una mula provocó la caída del señor de la moto pero siguió derecho, ahí fue cuando la turbo le pasó encima, yo alcancé a ver las placas”.

Inconsolable dolor para su esposa

Hasta que llegó la esposa. En ese momento hubo un silencio doloroso y momentáneo, roto por un alarido estremecedor, desolador.

Ella corrió hacia él pero los agentes la detuvieron, no podía acercarse al cuerpo. Aún no habían hecho el croquis y no se podía alterar la escena.

Ella llegó en compañía de un vecino, quien trataba de todas las maneras de calmarla, buscaba sacarla del estado de shock.

Se sentaba, se sacudía la cabeza, se restregaba el rostro, lloraba… Fue aún más desesperante cuando la unidad de criminalística de tránsito retiró la sábana que cubría el cuerpo de Gustavo.

A la vista quedó la tragedia cuando le quitaron el casco. De nuevo ella quiso atravesar la cinta de seguridad pero la sujetaron. “¡Ya vienen sus hijos!”, la consolaba su vecino. “No deje que lo vea en ese estado”, gritaban otros mientras le ayudaban a alejarla de la escena.

“Tengan mucho cuidado, de los afanes solo queda el lamento”, sentenciaba un reciclador de la zona.

La congestión del Palenque volvió a la “normalidad” cuando levantaron el cadáver y subieron la moto a una grúa.

Otro drama, otro dolor por una pérdida irreparable en los alrededores de Girón. Más sangre y luto en el asfalto.

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