La historia comenzó en 2019, cuando Camila empezó a salir con Sebastián y lo veía como “el mejor novio”, pero en plena cuarentena, en el 2020, empezó a descubrir el lado negativo del hombre del que se había enamorado: “Lo que en un principio parecía que era amor, ternura y respeto, se convirtió en agresiones físicas y verbales, al punto de quedar con morados en mi cuerpo y él atentar contra mi vida”, mencionó.
“Siempre creía que el amor podía más”
Según lo que Camila contó en su denuncia, él la “denigraba porque no era igual de millonaria a su ex novia”, además la comparaba con otras mujeres y por eso se volvió “celosa y ansiosa”, pero se sumergieron en un círculo vicioso en el que terminaban y regresaban tras las súplicas de él.
El 15 de noviembre de 2020 ocurrió el hecho más grave, según la denuncia de Camila: Después de una noche de celebración, él le pidió que se bajara del carro, pero al ver su negativa, le dio varios golpes, ocasionándole “trauma en la cara, fractura desplazada del tercio distal de los huesos propios, un trauma de tejidos blandos, hemorragia subconjuntival derecha y trauma en los tejidos en la columna cervical y dorsal”.
En la denuncia, la joven expresó que el presunto victimario se excusaba hasta con hechos paranormales: “Me decía que era un demonio que se le metía, pero que él iba a cambiar si entre los dos nos ayudábamos”.
Ese día lo capturaron, pero ella decidió no poner el denuncio porque el dolor de imaginarlo preso era más grande que su dolor físico, así que optó por perdonarlo, pues no caía en cuenta de la presunta manipulación y abuso emocional del que era víctima: “Decía que yo era la culpable, que conmigo siempre tocaba a las malas, que esto me pasaba para que aprendiera, que ojalá me hubiera podido pegar más duro, hasta matarme”.
Entre los últimos episodios que soportó Camila, señaló un caso de presunto abuso sexual, porque ella no quería estar con él: “Yo sólo lloraba mientras él me violaba y en realidad se veía que disfrutaba y sentía mucho placer al verme así”.
Ahora, Camila Alfaro acudió a los medios masivos para denunciar públicamente, logrando que el fiscal general de la nación, Francisco Barbosa Delgado, priorizara el caso y asignara un grupo de investigadores y fiscales a cargo, pese a que esa denuncia había estado archivada en el pasado.
