El cuerpo de Yeison Enrique Baños Gómez, de 19 años, quedó enredado en su bicicleta. Sus pies permanecieron atrapados por las llantas. Sobre las 9:50 de la noche del jueves 30 de enero, una decena de testigos se reunió en torno a su humanidad. No había opción sino esperar que la unidad criminalística de Tránsito de Girón llegara al kilómetro 67 de la vía La Fortuna a Bucaramanga.
A menos de un metro, su compañero, inmóvil al lado de su propio caballito de acero, era consciente de que Yeison estaba muerto.
Él, de tan solo 17 años, también tenía laceraciones de cuidado, por lo que tuvo que aguardar en el sitio hasta que la Policía de Infancia y Adolescencia de Bucaramanga lo trasladara al centro médico más cercano. Su estado de salud aún es incierto.
Los cinco hilos de sangre que emanaban de la cabeza de Yeison Baños contaban la trayectoria de la tragedia. Testigos le confirmaron a las autoridades que el joven murió luego de ser arrollado por un vehículo de carga pesada. Al parecer, el conductor no se percató de que el ciclista había caído al pie de sus llantas.
“El chofer se dio cuenta cuando los mismos transeúntes le avisaron. Ya había recorrido 200 metros”, aseguró un vocero de Tránsito de Girón.
Minutos antes de la inminente caída, Yeison Baños, su amigo menor de edad y cerca de 20 ciclistas más alzaban los pies de forma sincronizada para descender desde el peaje del Aeropuerto Internacional de Palonegro a Girón.
No hay certezas sobre las causas de la caída. Sin embargo, algunos presentes le relataron a las autoridades que las bicicletas de los dos jóvenes se enredaron, lo que propició la tragedia.