Para su preparación se necesitan diferentes productos, pero vamos por partes. Para Doña Teresa Barrera, una mujer que lleva toda su vida vendiendo tamales en la Plaza Central, es vital que para la masa se utilice maíz.
La libra está a $2.200 pesos, pero si lo desean ya molido y especial para tamal lo pueden encontrar en $3.300.
Para la masa se sancocha el maíz, se muele y se deja reposar. Una vez esté frío se cuela bien y en una olla con agua se añade la mezcla ya colada con sal, ricostilla, ‘chique’ y ajo. Estos condimentos costarían alrededor de 8.000 pesos, pero servirían para la preparación de varios tamales.
En este proceso se tiene que revolver muy bien los ingredientes y por mucho tiempo para que esté en el punto y como dice doña Teresa hasta que la pala no se pare sola no están aún. Al finalizar este proceso se tiene que dejar reposar la masa.
Para la preparación se necesitan hojas de plátano, según Doña Teresa la arroba está entre $45.000 y $60.000, pero para pequeñas preparaciones de menos de díez unidades cuestan entre $4.000 y $6.000.
Las hojas se extienden y se incorpora un pocillo de la masa del tamal, la proteína que puede ser pechuga, pernil, carne de cerdo, rabadilla o ala. En este caso los precios por libra oscilan entre los $6.000 a los $35.000 dependiendo de la proteína que se escoja para la preparación.
Al cerrar el tamal Doña Teresa recomienda que al cerrar la hoja de plátano cuiden que lo primero que vea el cliente, familiar o amigo sean los garbanzos y la arveja, estos productos se encuentran por $3.000 y $2.000 la libra respectivamente.
Por último se incorporan todos los tamales en una olla grande, que previamente se le deje apio en la parte baja, y se dejan allí por 3 horas cocinándose con leña.
Al otro día para doña Teresa solo es empacarlos y llegar al primer piso de la Plaza Central para empezar a venderlos. Un producto que las personas pueden consumir en el lugar o llevarlo para comer en casa acompañado de ají, pan y gaseosa.
Desde los 17 años Doña Teresa Barrera vende sus tamales en la Plaza Central, en su momento le enseñó su suegra y para ella era indispensable que el maíz se preparara desde cero , además de seguir al pie de la letra todas las instrucciones. A sus 75 años ha vivido decenas de experiencias en este maravilloso lugar de Bucaramanga.
Cuenta Doña Teresa que llegando a trabajar cuando se quemó la plaza las personas acabaron en minutos con sus tamales: “encontré la plaza toda quemada y el compañero del puesto de al lado me dijo abra la catabra y saque esos tamales que el problema es de hambre. Ese día vendí todos los tamales en la entrada, no tuve que preocuparme por eso”.