El pasado 28 de noviembre ingresó a la Unidad de Quemados del Hospital Universitario de Santander un niño de nueve años, habitante de la vereda La Aguirre, de municipio de Lebrija, llevado al centro médico luego de que un elemento pirotécnico conocido popularmente como ‘pañoleta’ le estallara en una mano.
Según el reporte del cirujano plástico de la Unidad de Quemados del HUS, Jorge Rueda, el niño habría intentado detonar el elemento de pólvora pero este explotó antes de que pudiera lanzarla.
El accidente le produjo al menor graves lesiones varias partes de su cuerpo, una fractura en el dedo corazón de la mano izquierda, que también se dislocó y tuvo daños en un tendón.
Además, la víctima también resultó con otras quemaduras en otras áreas de su humanidad.
Para salvar su dedo, los especialistas del HUS le practicaron una primera cirugía en la que se lavó la herida, se adelantó un proceso de reconstrucción del dedo y de la articulación, se hizo una reparación del tendón afectado y una corrección del defecto que produjo la explosión.
Q’hubo conoció que al niño se le debió implantar un clavo y hacer un injerto de piel de otro de sus dedos. Este último proceso es conocido como ‘colgajo’ e involucró la unión a otro de sus dedos.
El cirujano Rueda indicó que tras el procedimiento se deben esperar cerca de tres semanas para que el ‘colgajo’ se estabilice y se adelante una segunda intervención. El segundo proceso consiste en retirar el clavo y liberar el dedo afectado, que se encuentra unido a otro de sus miembros.
Sin embargo, el galeno agregó que tras la recuperación de la segunda cirugía se viene otro proceso de rehabilitación, que tarda cerca de dos meses, para saber qué porcentaje de movilidad en el dedo se logra recuperar.
Cabe recordar que durante el fin de año en Santander van ocho personas quemadas, entre ellas dos menores de edad.