Estando embarazada, Ana Idalith Jaimes decidió seguir los pasos de su madre y aprender el arte de la zapatería para iniciar una vida laboral con bastantes sube y bajas, pero que hasta hoy en día todavía la mantiene, doña Ana continúa con su taller.
Poco a poco empezó a labrar este camino de trabajadora independiente, en sus inicios cuando apenas su taller tomaba vuelo, Ana tenía trabajadores encargados del corte, montura y terminado del calzado, esto le permitía a ella dedicarse 100% a la comercialización de sus productos, “vendía al por mayor, salía a los pueblos o ciudades a venderlos” manifiesta la señora Jaimes.
Es así como esta mujer santandereana sacó adelante a sus hijos, mostrándoles también el arte de la zapatería y cómo ellos podían seguir con esta labor así como lo hizo su madre con ella, “mi mamá tuvo 12 hijos y todos, absolutamente todos somos zapateros”, este trabajo ha sido parte importante de esta familia, pues se puede afirmar que todos, aunque no sean zapateros, se han dedicado en algún momento a la comercialización del producto.
El taller de doña Ana inició en Bucaramanga junto a su familia, por cuestiones de la vida una oportunidad de vivienda en Piedecuesta llegó a sus manos y es de esta manera como el taller fue trasladado hace más de 30 años a este municipio. “Cuando llegué a Piedecuesta seguía vendiendo al por mayor y en los pueblos, pero las personas empezaron a quedar mal y es ahí cuando uno como comerciante empieza a tener pérdidas y pérdidas”.
A pesar de la difícil situación que es enfrentarse a las grandes pérdidas de un negocio en donde se ha invertido mucho más que tiempo y dinero, como lo es en este caso, una vida entera, Ana Jaimes afrontó con resiliencia cada uno de los obstáculos encontrados en el camino y al quedar “con las manos limpias”, como ella lo afirma, entendió que todo tiene su propósito, es por eso que la idea de cerrar su taller y abandonar esta profesión nunca pasó por su mente.
“Empecé otra vez poco a poco, trabajaba sobre pedidos y aprendí a ser más cuidadosa con el pago de los clientes, uno aprende luego de haber tenido un golpe así, llevo casi 9 años dedicándome a los arreglos y a fabricar al detal”
Hoy el taller está ubicado en el barrio Palermo ll en Piedecuesta, doña Ana no solo arregla calzado sino también bolsos, cualquier tipo de bolso que necesite ser arreglado ella lo hace, cuenta con un trabajador que es contratado por horas cuando es necesario y el flujo de trabajo así lo requiere.